martes, 6 de junio de 2023

Diario oblicuo

Me propuse escribir un poema diario durante un año. Había leído Poema de Rafael Argullol. Obviamente, yo no soy Rafael Argullol. Me sorprendió ese intento de escribir un poema diario durante cuatro años. El libro es sorprendente, cualquier poema es una iluminación.

Mi propósito era más modesto. Quería demostrarme que pese a todas las premuras de la vida cotidiana se podía escribir poesía. Decidí, además, buscar el ritmo de los poemas en otros espacios en los que aún no había transitado, dejé la métrica relegada al oído, a la intuición. Al cabo de un año me encontré con dos carpesanos -usaré este palabra en honor de mi mujer- llenos de poemas y sus versiones que fueron creciendo con el día a día. De repente descubrí, citando a la gran poeta portuguesa Ana Luísa Amaral, que todo es poetizable. Al final una cuarta parte de esos poemas configura este libro.

Creo que no he escrito un libro más personal que este Diario, que pese a todo es oblicuo, por necesidades del guion.






domingo, 19 de marzo de 2023

La bahía del tesoro_Antonio Aguilar/Alex Gindo


LA BAHÍA DEL TESORO


ESTÁ cansado, pero llega a sus oídos

la música del mar.


Escruta, en el olor a manzanas maduras

del puerto, la nostalgia de los barcos

varados, el crujir de las maromas viejas.

Y el corazón se acuerda

de aquello que en su juventud leyó

en alguna novela de piratas:

las estrellas no mienten nunca, síguelas. 



Dentro del I Festival de Poesía cantada, el músico Alex Guindo recreó mi poema La bahía del tesoro. Ha sido toda una sorpresa que me ha emocionado y que me ha devuelto un poema con unas formas nuevas que lo enriquecen.

Este poema abre Allí donde no estuve (accésit del Premio Adonáis 2003). 

Tiene, además, el encanto de que fue el poema elegido por dos de mis exalumnos, Ana y Felipe, para su tarjeta de bodas. 

No sé si me merezco tanto.

lunes, 21 de marzo de 2022

Inspectores de hacienda


 Encima de mi casa hay un piso donde forman a un grupo de jóvenes para no sé qué de inspectores de hacienda. Suelen estar en la puerta fumando cuando vuelvo del colegio con mi hijo. No puedo dejar de pensarlo mientras paso entre ellos, qué crío quiere ser inspector de hacienda, qué ser humano en su más tierna infancia dice ingenuamente que quiere ser inspector ante la pregunta de un familiar que intenta congraciarse con él.

Los niños antes querían ser futbolistas, aún creo que quieren serlo, si su club gana, porque la intolerancia ante la frustración es otro de sus problemas, astronautas, médicos, maestros, bomberos, veterinarios, Rosalías y hasta psicólogos.

Algo ha tenido que cambiar para que estos jóvenes, que fueron niños no hace tanto, sonrían en la puerta de un edificio mientras fuman y brillan con esa vocación, si es que puede considerarse una vocación, tan edificante como es ser inspector de lo que sea.

La burocracia ha crecido en este jardín y el  espíritu de estos jóvenes la abona con la aspiración a un sueldo fijo y catorce pagas mensuales, gerentes de la calculadora haciéndole todo el día las números a los demás, porque eso hacen, como un charcutero -y esa sí que es una profesión hermosa, por ejemplo- que revisa la cuenta antes de darla por saldada.


martes, 26 de octubre de 2021

Esta tarde en la Universidad de Murcia

 


Martes 26 de octubre a las 18 horas.
Laboratorio de Medio Audiovisuales de la Facultad de Letras.
Dentro de las actividades de la IV Semana Cultural de La Facultad de Letras.




lunes, 7 de septiembre de 2020

Agua al sediento

 


Anoche a eso de la una de la mañana, noté que alguien tocaba la puerta de la reja. Teníamos la casa abierta y aunque la luz estaba apagada se vería el brillo de la tele. Me asomé algo contrariado y me encontré con unos adolescentes que de manera educada me pidieron una botella de agua. Balbeceé algo y me metí para adentro sin darles agua. Mi mujer, que tiene otras ideas que no siempre coinciden con las mías, me dijo no sé qué de darle agua al sediento y ya no pude conciliar el sueño, al menos durante la primera media hora. Así que esta mañana me he puesto a tomar unas notas mientras leía "Una vida de pueblo" de Loiuse Glück y he terminado escribiendo/esbozando este poema


Quizás esa renuncia,
no dar agua al sediento,
sea la nada,
no la metáfora
sino el vacío en sí,
no dar lo que uno
ya hace tiempo que no posee.

No sé si la cosa terminará aquí, yo de momento, por si pudiera redimirme, y sin gustarme lo que he descubierto de mí, ya he preparado una botella de agua fría y unos vasos

jueves, 3 de septiembre de 2020

Basilio Sánchez en la Pequeña caja de tormentas

 



Hace trece años empecé con mi pequeña cajadetormentas. Un blog de lecturas. En concreto el 28 de enero de 2007. El primer texto es un poema de Adam Zagajewski, luego "Ondas de radio", el hermoso poema que Raymond Carver dedica a Antonio Machado, Anne Carson, Martín Garzo, Carold Ann Duffy, Eugenio de Andrade, Pessoa, Natxo Vidal ("Maderas y carbones"), Esquilo, Robert Frost traducido por Juan Ramón Jiménez en "Música de otros" (Galaxia Gutenberg y Círculo de lectores)... y así hasta Basilio Sánchez.

Atesoro los poemas de Basilio Sánchez, igual que los de Antonio Cabrera, como uno de mis descubrimientos más intensos relacionados con una forma de mirar el mundo ética y filosófica, especialmente los árboles en la naturaleza, a los que puedo sumar últimamente también una relectura más detenida de Lorenzo Oliván, y ciertos poetas japoneses como Shinkichi Takahashi. Con permiso siempre del botánico Haskell y su "Las canciones de los árboles" y "En un metro de bosque", los dos publicados en Turner Noema.

Felicidad de estar en estos bosques en estado puro.