jueves, 7 de diciembre de 2023
Presentación de Lírica industrial y Equipos de respiración subacuática
jueves, 12 de octubre de 2023
Reseña de Arturo Tendero en su blog El mundanal ruido. Octubre 2023
Arturo Tendero
«Hace un calor asfixiante. / Parece que estemos perdidos / en un océano de palabras confusas y oscuras».
Antonio Aguilar Rodríguez (Murcia, 1973) ha construido este poemario hilvanando las anotaciones de un día sobre otro. Ha usado el taller como motor de la escritura y lo reconoce desde el título. También en algunos pasajes: «Esta manera de escribir diariamente / no deja de tener algo de dripping. / Pienso en Jackson Pollock / dejando que la brocha gotee…». Por afinidad, alude a otros escritores que han usado la misma fórmula, como el Margarit póstumo de Animal de bosque. Aguilar es un poeta de los que tratan de capturar el tiempo, de salvar en sus poemas la vida que fluye con la luz del mundo, sin dios y sin que nadie se percate de ella. Arriba está la luna y abajo nosotros «y estas incomodidades que llamamos vida». Este afán se condensa en «Resina», un poema que aprieta el beatífico presente dentro de una gota de resina que con el discurrir de los siglos alguien podrá apreciar convertida en ámbar: «Salvo por el canto de unos pájaros / todo parece / sumido en la quietud / de una resina fresca». Como escritor y profesor, Aguilar es también un lector aplicado que integra las lecturas en su vida, o en su aspiración de vida: «nunca he visto luciérnagas salvo en los libros». Tanto como la metapoesía, la lectura es una actividad que aflora muy a menudo en estas escenas cotidianas: «trazo una marca con mi lápiz / sobre las páginas que leo / y a las que volveré. / Migas de pan». En la lógica variedad de los poemas, destacan especialmente aquellos en los que expone dos sensaciones, a veces de pasado y presente, y las va alternando hasta que se pierde el contorno y estalla la expresión. Él mismo formula el sortilegio: «como los sentimientos, la vida gana / cuando los límites se vuelven imprecisos». Ocurre, por ejemplo, en «Zagajewski» y en evocaciones familiares como «Linotipistas» o «Pájaros y lluvia»: «Y pienso en mi abuela, / sorteando los charcos de la posguerra. / Una niña que arroja a escondidas / las mondas de naranja, / para que nadie sepa / qué hambre las robó».Reseña De Francisco J. Díez de Revenga en La Opinión de Murcia. 6/10/2023
LA LUZ DE LAS PALABRAS
Entre Letras
Francisco Javier Díez de Revenga
Antonio Aguilar Rodríguez (Murcia, 1973), tras una sólida trayectoria como poeta prudente acaba de publicar en Huerga y Fierro (La Rama Dorada) su último libro de poemas, Diario oblicuo, que reúne un centenar de poemas agrupados en cuatro amplias secciones numerada con romanos. Lo cierto es que todo el libro se muestra fuertemente cohesionado porque descubre las reflexiones de un caminante detenido en el tiempo, que observa su alrededor y recapacita sobre el sentido de la existencia, entrando en la madurez, cuando la memoria, los recuerdos, las vivencias lejanas, recuperadas con una serena emoción, descubren trozos de una existencia que han de atraer al lector. Porque todo es posible en este diario oblicuo y todo penetra en sus páginas como objeto de evocación de existencia, porque cada una de las estancias de este diario constituye una consagración del tiempo recuperado desde los recuerdos y la memoria. Si la cohesión del libro está garantizada por la compacidad de esos objetivos, no está reñida con la expresiva variedad de las representaciones que construyen el intenso y bien nutrido universo poético de este libro.
Un libro que se titula diario, aunque ese diario sea oblicuo, es un libro que ha de contener en sus páginas el sentido del tiempo revelado en el trascurrir de los días evocados en cada uno de sus poemas, porque, en efecto, los días protagonizarán reflexiones para revelar los cambios acaecidos a consecuencia del tiempo y de la edad de un poeta que inevitablemente está entrando en una fecunda madurez. El día, la noche, la luz, unos paisajes familiares, espacios que sobrevienen con las sucesivas evocaciones, ponen todos de manifiesto que el poeta quiere legar fragmentos de su existencia envueltos en las escenas retenidas del paso de los días, desde su propia infancia a la infancia creciendo de su propio hijo, protagonista de algunas de las estancias. Porque de lo que se trata es de ver pasar el tiempo y el mundo a través de la ventana y descubrir que todo merece ser retenido y eternizado por una palabra tan fértil como la de este poeta tan original.
El lector recorrerá las estancias de este libro acompañado de muchos personajes que han enriquecido la vida intelectual, el mundo y el pensamiento del escritor, como si fueran dioses protectores, manes que comparecen porque contribuyen con su estela a entender el mundo, aunque sea con las gotas con las que se construye una pintura mítica, o los dibujos japoneses de un artista enigmático, mientras suena el Bolero de Ravel, con su aceleración, desde la batuta insolente de Frank Zappa, y contraste con la evocación de los versos indelebles de Leopardi o Emily Dickinson, plenos de sosiego y sentimiento. Es el mundo propio del poeta en el que se divisan los retratos de sus héroes particulares, cada uno evocado con una devoción especial.
Le interesa a Antonio Aguilar, poeta y desde luego filólogo y profesor de Lengua, investigar sin descanso sobre el milagro de la palabra, sobre la labor y la función ser poeta, el sentido de los nombres o la indagación de la metáfora exacta. Muchas de las composiciones de este libro descubrirán la metapoética implícita de un escritor anonadado ante el milagro de la escritura y la afirmación de la eternidad de un verso, indeleble como un tatuaje, surgido del chispazo instantáneo que enciende con su palabra el poema. Porque a la poesía atribuye nuestro autor la capacidad de detener el tiempo, aunque sea tan solo un instante, como en un parpadeo, porque luego la vida continúa. Conjuntar las letras para crear mundos nuevos y para revelar la necesidad imperiosa de decir y de escribir diariamente, como muy bien surgiere el título de este libro, como diario oblicuo. Porque ser poeta es vaciarse y ser poeta es ser otros, y seguir viviendo y seguir leyendo hasta alcanzar el mundo alumbrado con la luz de las palabras.
La vida continúa hasta el final y la realidad del designio la conoce bien el poeta que acaba de leer a Francisco Brines y sabe que hay un destino al que se ha de llegar imparablemente. Por eso no ha de extrañar al lector que también la muerte esté presente en este diario, porque el trascurrir de las jornadas conduce imparablemente a su final, tal como en otro poema se avisa; y es que tras la luz y cuando esta se extingue viene la noche. Son evocaciones de autenticidad que dotan poesía de este Diario oblicuo de mucha verdad, que solo es posible conseguir cuando el poeta protagoniza su propia historia y hace suyo el dolor de sentir trascurrir los días que construyen este hermoso poemario.
Entrevista en La verdad de Murcia. 9/10/2023
Antonio Aguilar: «La escritura es mi yoga»
El autor presenta este lunes su nuevo y «más personal» poemario, 'Diario oblicuo', en la Feria del Libro de Murcia
Su propósito era «más modesto». Quería demostrarse que «pese a todas las premuras de la vida cotidiana se podía escribir poesía. Decidí, además, buscar el ritmo de los poemas en otros espacios en los que aún no había transitado, dejé la métrica relegada al oído, a la intuición». Y un día, de repente, descubrió, «citando a la gran poeta portuguesa Ana Luisa Amaral, que todo es poetizable». Y aquí están estos nuevos poemas. «No he escrito un libro más personal que este 'Diario', que pese a todo es oblicuo, por necesidades del guión», asegura.
Agujero negro
Su admiración por la poesía de Ana Luisa Amaral, fallecida en 2022, y a la que el festival poético Deslinde de Cartagena le rindió homenaje en 2021, le llevó a incluirla en estos versos de 'Agujeros negros': «Dice mi hijo que un agujero negro puede con todo y Ana Luisa Amaral que todo ese todo es poetizable. / A bordo de su cama orbitamos por el espacio interior. Como agujeros negros nada puede con nosotros».
–¿Por qué escribe?
–La escritura es mi yoga, la forma de poner mis cosas en claro, así es que en primera instancia escribo para mí, y luego para un público no definido; es decir, un público no experto, no literario, ni necesariamente iniciado en el mundo de la poesía.
–¿A qué está atento?
–Me preocupa que no estemos realmente preocupados por dejarles a nuestros hijos un mundo más habitable, y que no nos hagamos cargo de las consecuencias de nuestras acciones.
–¿Presente qué tiene?
–Mis orígenes, por ejemplo. No renuncio a la mirada al pasado, no necesariamente nostálgica. Yo nací en el barrio de Los Rosales de El Palmar, y llegué a trabajar allí como profesor de instituto durante once años. Los alumnos de este barrio no siempre tienen las mismas oportunidades que todo el mundo. Ahora que vivo en una zona de Murcia medianamente acomodada, de gente acomodada, no puedo olvidarme de la existencia, apenas separados por cuatro o cinco kilómetros, de dos mundos con una realidad tan distinta. Me inquieta mucho la desigualdad, la injusticia que conlleva. Me preocupan las circunstancias en las que mucha gente sigue viviendo, y reconozco que desde que fui padre, el futuro me preocupa mucho más, y no tanto por mí; yo tengo ya la vida más o menos solucionada, y voy entrando en una edad en la que podría ir relajándome un poco y que ya me diesen más igual muchas cosas, pero no me lo puedo permitir porque tengo un hijo y tengo que hacer lo posible para que el mundo no se vaya a la mierda. En mi mano está, al menos, procurar no ser egoísta, porque creo que como generación sí lo estamos siendo.
–Algunos de los mejores poemas de 'Diario oblicuo' están dedicados a su hijo, precisamente.
–Alonso va camino de cumplir once años. En esos poemas hablo de mi relación con él y del hecho de intentar también ver el mundo, con una mirada diferente, a través de él.
Complicidad
–¿Y cómo es esa relación?
–Pues hoy no muy buena, porque estamos un poco enfadados [risas], pero en general excelente. Tengo con él una relación de gran complicidad, porque necesita en determinados espacios un poco de ayuda. Existe entre los dos mucha empatía, pero yo intento, y eso es algo que debo reconducir un poco, ponerme a su nivel como amigo, y él mismo, desde que era muy pequeño, algo que me hacía mucha gracia, me decía a veces: 'Tú eres mi padre, pero no eres mi amigo'. Y ese aviso me viene muy bien, porque está claro que se está formando y que como padre tienes que ponerle límites, aunque te cueste.
–¿Logró vivir en paz?
–Yo no he llegado a vivir en paz, ni me atrevo a decir que he encontrado la felicidad, lo que siento es que vivo en equilibrio, y que cuando llegue justo lo contrario voy a tener el aplomo de buscar la forma de seguir siempre adelante.
–¿Qué le ayuda a usted tomar decisiones?
–Cuando voy a hacer algo, sigue apareciendo en mí el niño pequeño que fui, el que piensa en cómo mis padres van a percibir lo que hago. Estoy dentro de una línea que va del antes, mis padres, al ahora, mi pareja y mi hijo. Quiero que todos ellos estén bien con mis decisiones y mis actos, y me gusta que se sientan orgullosos de mí. Mis padres están teniendo una vejez muy feliz, con sus achaques pero muy agradable, y eso es todavía mejor que si les hubiese tocado la Lotería.
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viernes, 14 de julio de 2023
Oh Poetry¡ Albacete con Andrés García Cerdán y Almudena Sánchez
Qué alegría participar en una fiesta como Oh Poetry¡ en Albacete. Los días 11, 12 y 13 de agosto, capitaneado por Andrés García Cerdán y Almudena Sánchez y con la implicación de todos los escritores y amigos como Lucía Plaza, David Sarrión, Antonio Rodríguez, Matías Miguel Clemente, Javier Lorenzo Candel. Y con la presencia de otras generaciones como los representantes de La confitería, como Ángel Aguilar o Arturo Tendero.
Gracias a este festival hemos conocido a Carlos Rod (editor de La uña rota), Massimiliano Bonnatto (de la editorial italiana Polidoro), Karla Varona, Eliana Dukelsky, Àngels Gregori o la bellísima Chus Pato. Además de reencotrarme con Carlos Pardo o Luis Escavy, Pablo Albo o mi querida Gracia Aguilar.
Nos traemos un montón de libros y nuevos amigos. Y una noticia, que no nos corresponde a nosotros revelar.
martes, 6 de junio de 2023
Diario oblicuo
Me propuse escribir un poema diario durante un año. Había leído Poema de Rafael Argullol. Obviamente, yo no soy Rafael Argullol. Me sorprendió ese intento de escribir un poema diario durante cuatro años. El libro es sorprendente, cualquier poema es una iluminación.
Mi propósito era más modesto. Quería demostrarme que pese a todas las premuras de la vida cotidiana se podía escribir poesía. Decidí, además, buscar el ritmo de los poemas en otros espacios en los que aún no había transitado, dejé la métrica relegada al oído, a la intuición. Al cabo de un año me encontré con dos carpesanos -usaré este palabra en honor de mi mujer- llenos de poemas y sus versiones que fueron creciendo con el día a día. De repente descubrí, citando a la gran poeta portuguesa Ana Luísa Amaral, que todo es poetizable. Al final una cuarta parte de esos poemas configura este libro.
Creo que no he escrito un libro más personal que este Diario, que pese a todo es oblicuo, por necesidades del guion.
domingo, 19 de marzo de 2023
La bahía del tesoro_Antonio Aguilar/Alex Gindo
LA BAHÍA DEL TESORO
ESTÁ cansado, pero llega a sus oídos
la música del mar.
Escruta, en el olor a manzanas maduras
del puerto, la nostalgia de los barcos
varados, el crujir de las maromas viejas.
Y el corazón se acuerda
de aquello que en su juventud leyó
en alguna novela de piratas:
las estrellas no mienten nunca, síguelas.
Dentro del I Festival de Poesía cantada, el músico Alex Guindo recreó mi poema La bahía del tesoro. Ha sido toda una sorpresa que me ha emocionado y que me ha devuelto un poema con unas formas nuevas que lo enriquecen.
Este poema abre Allí donde no estuve (accésit del Premio Adonáis 2003).
Tiene, además, el encanto de que fue el poema elegido por dos de mis exalumnos, Ana y Felipe, para su tarjeta de bodas.
No sé si me merezco tanto.