sábado, 31 de octubre de 2009

La empresa de los dioses

Sir Lawrence Alma Tadema

Hace unos años buscaba denodadamente la felicidad, pero un día dejé de hacerlo. No sé cuándo fue, cómo pasó, si la encontré o simplemente dejó de preocuparme. Ahora me acuerdo de aquel tiempo, de cómo también denodadamente escribía unos versos con cierto tono moral, tal vez porque me había encontrado con Hesiodo, Horacio, Píndaro, tal vez porque era más joven que ahora, porque siempre quise que la vida fuese como el guión de los libros.

Pero un día dejé de hacerlo. Ahora ya no pienso en la felicidad, al menos no sólo pienso en la felicidad, dejó de ser un punto en un mapa al que llegar. De pronto me veo un sábado por la noche. Mi corazón está expuesto, siente. Alberto me da un abrazo, me llaman unos amigos para salir, les digo que no, que esta noche tengo otros planes, que hay una rosa de los vientos en mi corazón, y sé que están ahí, que los lazos se tensan, se destensan, que viven, que se tocan, que tocan, que llaman y que en el centro de mi mundo estoy yo, no necesariamente solo, que abro las puertas y que las cierro, que digo quiero y toco, que siento, que canto, que miro el reloj sólo para saber la hora, nunca para decir es tarde, nunca para decir es pronto. Y me siento bien, me gusta donde he llegado, me miro en los espejos y me reconozco -no sé si la barba tendrá algo que ver con todo esto-.

De entonces, de aquella época he encontrado este poema, que sería también de ahora si supiera cómo escribirlo:


Leer a Píndaro de nuevo ahora,
ahora que los días vuelven lentos
de forma inesperada
a darnos la felicidad del día
que vale lo que todos esos días
oscuros del invierno.

"Tan sólo un dios culmina toda empresa
según sus esperanzas".

Ahora sé, que apenas una parte
de nuestra vida con el tiempo
será como soñamos.
Y no me importa.
Vivir como leer a Píndaro
siempre será para nosotros provechoso,
aunque el camino inesperado de los días
nos vaya sorprendiendo.
Tal vez no somos dioses
y en eso estribe la felicidad
de nuestra vida: desconocer
a pesar de los planes
y de los mapas
lo que los propios dioses no conocen.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Canciones.

Presentación de mi lectura en la Feria del Libro
Murcia, 27 de octubre de 2009


Ayer por la tarde el tiempo se me echaba encima, llegaba la hora de irme y no sabía aún cómo iba a leer, qué iba a leer, qué broma diría al principio, justo en ese momento en el que la cosa se pone seria, como ahora, y el auditorio, es decir, vosotros, piensa, bueno, ya empezamos con los poetas y su ganas de sufrir.

Pensé en narrar una historia inventada y que desde hace algún tiempo cuento como si fuera verdad, en la que mis padres me llevan al médico, alarmados, y cuando éste les pregunta por mi salud los dos se miran y dicen con cierto agobio, haga algo, doctor, el niño nos ha salido poeta.
Pero no, luego decidí que no lo iba a contar.

De pronto me acordé de una lectura a la que asistí, una lectura de Clara Janés, en la que la poeta contó su historia de amor con el también poeta checo Vladimir Holan. Después de muchas vicisitudes, consigue que la inviten a cenar con el escritor y se queda pasmada, incapaz de entender una palabra de lo que se hablaba en la mesa en una lengua que ella aún no domina. Por otro lado el ramo de flores que le ha llevado y que el poeta, algo huraño, coloca justo entre los dos no ayuda mucho.

De vuelta a Barcelona, decide que tiene que hacerle ver lo que ella siente y decide también escribir Kampa, que en realidad es la misma decisión. Y se pone a cantar para que él, que no conoce nuestra lengua, pudiera entender al menos su música y la pasión y los sentimientos que ella había puesto en cada línea, en cada nota de este libro.

Así que después de contar y de cantar esta historia, Clara, con sus ojos azules en los que podrías perderte como si fueran el canto mismo de las sirenas, empezó de nuevo a cantar los poemas y nos quedamos todos, al menos yo, con el asombro tatuado en la cara.

Y pensé ayer, justo antes de que se me hiciera tarde, al borde justo de cerrar la puerta, que no estaría mal que yo leyera unas canciones, que hiciera que mis poemas por una tarde fueran canciones, también canciones de amor.

Y al releer mis libros, mis poemas sueltos, más allá de corroborar que la vida me había hecho mayor antes de tiempo, además, digo, me encontré con que a lo largo de los años, había estado cantando, que había una música y que esa música también hablaba del amor, a veces de ese amor tan necesario por uno mismo, pero también, por qué no, de aquel que está indefinido hasta que apareces tú.

sábado, 24 de octubre de 2009

La resistencia en la Feria Regional del Libro

RECITALES POÉTICOS


El martes:

Café Shanti Vasundara. 21 h (Plaza de la Candelaria. Junto a Santa Eulalia)
Intervienen: Belén Fernández, Antonio Aguilar y Rocío Fernández Víctor.

El miércoles:

Café Ítaca. 21 h
Intervienen: José Óscar López, José Daniel Espejo y Héctor Castilla.

El jueves:

Librería Encuentros. 21 h
Intervienen: José Ramón Pastor, Natalia Carbajosa, Violeta Nicolás y Ángel Paniagua.

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Esto es una invitación, de verdad, me entacantaría que pensaras que acabas de abrir tu buzón y te encuentras esta nota y, claro, si ha llegado a tu buzón es porque me encantaría verte allí, si puedes, si tu hijo se queda con la abuela, si terminas las clases diez minutos antes, si decides combatir el cansancio con una copa, si dejas los exámenes para corregirlos otro día, si decides que a tu chica/o no le disgustaría asistir a un recital de poesía para variar, si la copa de Europa es lo mismo todos los años, si descubres que Física y Química, que 90-60-90, puedes verlos en neox a otra hora, si, en fin, si te apetece, te espero. A mí me gustaría.

sábado, 17 de octubre de 2009

Esto no es un poema

Hacía tiempo que quería colgar esta foto. Pensé en escribir un texto que hablara de los tres hermanos, de nuestra infancia en Los Rosales, de la sombra de los cerezos, delgada, sutil, que nos protegía. De mi hermano Fernando, que ahora tiene treinta y cinco años y una hija preciosa, de mi hermano Pedro, treinta y tres años, padre de Celia, de mí, treinta y seis años, tres libros. De nuestras tres vidas, tan diferentes, tan próximas.
Pero esto no es un poema. Pienso en Magritte (demasiado obvia la relación). Intelectualizo la foto. Pero enseguida lo repito, esto no es un poema. Esto no es un poema.


CAER


En los días de incertidumbre
mis padres nos llenaban los bolsillos
de sueños.

Les daba miedo
que una vez en el suelo,
no fuesemos capaces
de levantarnos.

Mi padre los traía envueltos en papel,
mi madre nos zurcía los bolsillos.


Dora García: ¿Dónde van los personajes cuando la novela se acaba? Santiago de Compostela. CGAC.

sábado, 10 de octubre de 2009

Siete días de octubre


Hace unas semanas escribí un relato que era el relato de un texto, una cosa de esas extrañas que nos gustan a los lectores de Vila-Matas, por ejemplo, un texto en el que contaba cómo contaría un argumento que había llegado a mi cabeza de forma azarosa.

Han pasado unas semanas, ha pasado el tiempo, y los dos protagonistas se encontraron, tal vez porque ella se percató de que tenía el móvil de él, que, efectivamente, se lo habían intercambiado en la habitación. Le resultó fácil marcar porque era su número en realidad al que llamaba en ese instante con el ritmo del corazón acelerado. Y él lo cogió, hablaron un rato, quedaron. Los dos sentían miedo y después de varias citas él hizo eso que nunca se hace en el juego de la seducción, le dijo todo lo que sentía por ella, todas esas cosas que creía dormidas y que de pronto se desbocaron como en un tropel de emociones incontroladas, tal vez porque para él, quizás también para ella, no se trataba de un juego de seducción, más bien era otra cosa donde la seducción intervenía pero sin ser el fin último.

De pronto, no sé, me veo con la necesidad de continuar ese relato, con los dos protagonistas sentados cara a cara, tiemblan, ¿pero por qué?, sienten cosas de una forma vertiginosa, ¿pero por qué? Ella le dice que está nerviosa, él le dice que por qué no se besan.

Y de pronto suena el teléfono y tengo que dejar el relato en suspenso. No creo que pueda terminarlo hoy, no sé qué pasará entre ellos, tal vez, pienso, con esta urgencia de poner punto final a la entrada, que no estará mal que los dos se queden un tiempo así, uno frente al otro, nerviosos, a punto de besarse y sin besarse.

Y pienso, otra vez, y no sé por qué, que debería terminar con ese verso de Lope de Vega que lleva unos días dándole vueltas a mi cabeza: "esto es amor, quien lo probó lo sabe".

Como dijo Humphrey Bogart en Casablanca, afortunadamente siempre nos quedarán los clásicos.

domingo, 4 de octubre de 2009

Canción de los gatos

Foto de Edward Weston



Nunca pensé que en una vida se pudiera
vivir dos veces. Retornar a casa,
vestir de nuevos las habitaciones,
apuntalar el corazón en el jardín,
decirte buenos días, y que sea cierto,
escuchar esa música que es nueva,
las notas de tus pasos diminutos
a media noche en el pasillo,
decirte amor a ti, de quien apenas sé nada,
amor mío, y que sea cierto.




jueves, 1 de octubre de 2009

Selin en Blanca


El sábado a las dos del medio día leo en Blanca, en la reciente Villa del Libro, junto a la poeta Katy Parra. Es una hora extraña pero no sé, podría ser interante. El acto se engloba dentro de La semana de la edición y la literatura independiente. Me encantaría compartilo con vosotros.