(foto: Kamil Vojnar)
Está en la casa. Va tasando
el tiempo, abriendo las ventanas
a lo oscuro, como la edad ligera
que no hace mudanza en su costumbre.
Intuyo que sus pasos se solapan
con los míos en los quehaceres cotidianos,
que siempre estuvo aquí, que fue la calma
y la tormenta, el sueño y la vigilia.
Y se disculpa en parte, como si ella
ocupara el lugar que ocupa
violentando las cosas,
no de una forma simple y sin ambages.
Quizás porque no quiso nadie
saber quién era, simplemente un huésped
incómodo a todas luces,
extemporáneo tal vez e inoportuno.
Alguien que está de paso,
que no vino para quedarse,
aquí y ahora la mitad de todo,
al final, la mitad de nada.
Antonio Aguilar Rodríguez
Septiembre 2014.