martes, 15 de diciembre de 2009

Dos en la carretera


Hablando francés me hago un lío, casi tanto como interpretando los mapas de carretera. Y si el mapa está en francés mi confusión aumenta. Las cosas que serían fáciles se vuelven complicadas. Un libro de poesía es un enigma. La música, como una nube de tabaco, inunda el coche. Cruces, desvíos a izquierda y derecha. De pronto noto cómo tu mano oprime mi mano mientras cambio de marcha. Miro por el retrovisor. Veo mi ojo derecho, parte de mi cara, el pañuelo palestino que me regaló Agustín.

Nadie nos sigue y sin embargo juraría que un instante antes había visto la nube de polvo de otro coche. Sacas el brazo por la ventanilla, dibujas la línea de los cables de alta tensión que van paralelos a la carretera. El cielo es azul. Francia es un país precioso.

Y sólo dices una cosa. Ves, dices, ya nuestra vida es una película.

3 comentarios:

Gonzalo Gómez Montoro dijo...

Hola Antonio,

Soy Gonzalo. Me alegro mucho de conocerte y de haber dado con tu blog. A ver si otro día pudiéramos seguir hablando. Por lo pronto, te invito a que conozcas mi bitácora (principalmente) literaria.

Hasta pronto
Un saludo,

María dijo...

Hola Antonio.

FELICES FIESTAS

Anónimo dijo...

Esta breve historia no se salva de tu gran sentido del humor al escribir(en lo poco que he leído de ti) y de tu sentido del humor en general. Tampoco se salva de tu sentido del amor, ese amor que siempre tiene un "final feliz" en las manos, o mejor dicho en la mente, en las palabras, de un poeta como tú, aunque nos parezca que en la vida de un "buen" poeta el amor no debe de ir bien.

Sergio Pastor