Escribí un poema una tarde en Verona. Estábamos en una mesa de un café en una plaza bulliciosa con puestos de colores y de mercado. Recuerdo que tú me mirabas a través del objetivo de una cámara. Era una cámara violeta que yo te había regalado. "El ojo que ves no es/ ojo porque tú lo veas;/ es ojo porque te ve", dijo Machado, Antonio.
Ahora releo el poema en silencio y me doy cuenta de que el poema estaba en todo lo que entonces no vimos que era el poema. Esta noche el silencio arde y sus palabras consuelan.
Ahora releo el poema en silencio y me doy cuenta de que el poema estaba en todo lo que entonces no vimos que era el poema. Esta noche el silencio arde y sus palabras consuelan.
2 comentarios:
Muy cierto. Salu2, Antonio.
Me recuerda una broma de mi aitxitxa (mi abuelo) que se tapaba un ojo con la mano y me decía ¿a que veo yo más con un ojo que tú con dos? y tras mi negativa y sorpresa preguntaba: ¿cuántos ojos me ves?, "uno" decía yo, "pues yo a ti te veo dos", respondía a carcajadas...
Publicar un comentario