jueves, 10 de julio de 2014

Leyendo a A. R. Ammons


Después de haber leído, y no sé si para demostrar mi pro norteamericanismo o para ratificarme en lo contrario (o simplemente por puro placer), a todo poema norteamericano viviente y no viviente del siglo xx y aledaños como Sylvia Plath, Louis Glück, Mary Jo Bang, Sharon Olds, Robert Hass, Wallace Stevens, William Carlos Williams, Anne Sexton, por supuesto Whitman, Eliot, Pound, Ginsberg, e.e. Cummings, Edgar Lee Masters, Dickison (que viaja siempre en el tiempo), Hila Doolitle, y a Barry Gifford, C. K. Williams, Siri Hustvedt, Theodore Roethke, Bukowski, Tess Gallagher, Anne Michaels, Natasha Trethewey,  Billy Colins, Robert Frost (el del famoso camino que se bifurca) en las traducciones de Bartleby, Igitur, Huerga y Fierro, Cátedra, visor, pre-textos, lumen... A Raymond Carver, Robert Lowell, Kenneth Rexroth, o Derek Walcott y Joseph Brosky (si se me permite la desubicación), John Ashbery, James Merrill y otros que ahora no me vienen a la memoria, solo sé que no sé nada. (Y como dijo Sócrates a sus discípulos una vez que se atemperaron sus risas: y vosotros tampoco). 

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