Anoche a eso de la una de la mañana, noté que alguien tocaba la puerta de la reja. Teníamos la casa abierta y aunque la luz estaba apagada se vería el brillo de la tele. Me asomé algo contrariado y me encontré con unos adolescentes que de manera educada me pidieron una botella de agua. Balbeceé algo y me metí para adentro sin darles agua. Mi mujer, que tiene otras ideas que no siempre coinciden con las mías, me dijo no sé qué de darle agua al sediento y ya no pude conciliar el sueño, al menos durante la primera media hora. Así que esta mañana me he puesto a tomar unas notas mientras leía "Una vida de pueblo" de Loiuse Glück y he terminado escribiendo/esbozando este poema
Quizás esa renuncia,
no dar agua al sediento,
sea la nada,
no la metáfora
sino el vacío en sí,
no dar lo que uno
ya hace tiempo que no posee.
No sé si la cosa terminará aquí, yo de momento, por si pudiera redimirme, y sin gustarme lo que he descubierto de mí, ya he preparado una botella de agua fría y unos vasos
1 comentario:
Pues..., acabas de calmar mi sed de tu belleza.
Saludos, de nuevo Antonio.
Un abrazo.
Pedro
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