Ha empezado a tocar Ryuichi Sakamoto. Estamos en el Teatro Circo de Cartagena. Son las nueve y media de la noche. Ahora ya es más tarde, pero ahora ya ha pasado todo. Ha pasado el tiempo, las horas, los minutos. Y ha pasado la música aunque se ha quedado con su largo fular de nostalgia entre nosotros. La música, la evocación, el tiempo.
De pronto he cerrado los ojos ahora, tal vez para recordar cómo los he cerrado entonces. No sé si ha sido simplemente un parpadeo más acentuado, más lento que de costumbre, si he demorado el momento siguiente, con los ojos cerrados, escuchando la música que subía desde los dos pianos. Con los ojos cerrados, me miro, me veo. Suena la música y de pronto me dan ganas de sonreír. Ahí está mi vida, ahí este año largo.
Tal vez el cansancio ayuda, ayuda la música seguro, ayuda que estoy tranquilo, que ando feliz a tu lado. Y pasa este año ante mis ojos. No es una secuencia continua, al contrario, son imágenes deslavazadas, instantáneas que un fotógrafo hubiera tomado sin que tú lo supieras. Calblanque. Un día de sol, estás desnudo. Lees El Quinto hijo de Doris Lessing. Recuerdas que unos años antes, el mismo día, se habían estrellado dos aviones contra las Torres Gemelas. El sol es insoportable. Te metes en el agua, rompes su cristal y el reflejo que te ofrece eres tú en multitud de sitios.
Luego estás en Londres con Alberto, Lili, Rircado, Juanlo, Antonio... En la mente From Hell de Alan Moore. Trafalgar Square. Hace sol, os hacéis unas fotos. O suena la canción de los ColdPlay y el mundo discurre a través de la ventana de Ícaro, es carnaval, suena después otra canción que celebra la alegría de tener una vespa. Tus amigos bailan a tu alrededor, tú les dices que todas las canciones hablan de ti esa noche. Cae la tarde y sales de los baños de Granada. Te deslizas por las calles de Mazarrón, te tomas un granizado en el puerto de Mallorca, pedaleas entre los campos de un oro mecido por el viento de Dinamarca. Descubres en el paseo de Los Urrutias que las palabras de Roger Wolf cantadas por Diego Vasallo te hacen flotar, pasar suspendido entre la gente, porque Los Urrutias son por fin el espacio de tu infancia redimida.
Y abro los ojos ahora, a tiempo de no citar los nombres de quienes te han acompañado, de quienes te acompañan, de los nuevos y de los antiguos. Y te alegras de no hacerlo, de no nombrar uno a uno a tus amigos, porque se te podría olvidar alguno y sería ¿imperdonable? Has estado atinado y sonríes por ello. Pero no obstante los nombras en conjunto, mis amigos, dices Tus amigos.
Y Ryuichi Sakamoto sigue tocando el piano y yo te miro presente, momento vivo, instante de vida y sé que esto soy yo, un hombre hecho de carne y de tiempo tan sólo y no por ello menos valioso.
De pronto he cerrado los ojos ahora, tal vez para recordar cómo los he cerrado entonces. No sé si ha sido simplemente un parpadeo más acentuado, más lento que de costumbre, si he demorado el momento siguiente, con los ojos cerrados, escuchando la música que subía desde los dos pianos. Con los ojos cerrados, me miro, me veo. Suena la música y de pronto me dan ganas de sonreír. Ahí está mi vida, ahí este año largo.
Tal vez el cansancio ayuda, ayuda la música seguro, ayuda que estoy tranquilo, que ando feliz a tu lado. Y pasa este año ante mis ojos. No es una secuencia continua, al contrario, son imágenes deslavazadas, instantáneas que un fotógrafo hubiera tomado sin que tú lo supieras. Calblanque. Un día de sol, estás desnudo. Lees El Quinto hijo de Doris Lessing. Recuerdas que unos años antes, el mismo día, se habían estrellado dos aviones contra las Torres Gemelas. El sol es insoportable. Te metes en el agua, rompes su cristal y el reflejo que te ofrece eres tú en multitud de sitios.
Luego estás en Londres con Alberto, Lili, Rircado, Juanlo, Antonio... En la mente From Hell de Alan Moore. Trafalgar Square. Hace sol, os hacéis unas fotos. O suena la canción de los ColdPlay y el mundo discurre a través de la ventana de Ícaro, es carnaval, suena después otra canción que celebra la alegría de tener una vespa. Tus amigos bailan a tu alrededor, tú les dices que todas las canciones hablan de ti esa noche. Cae la tarde y sales de los baños de Granada. Te deslizas por las calles de Mazarrón, te tomas un granizado en el puerto de Mallorca, pedaleas entre los campos de un oro mecido por el viento de Dinamarca. Descubres en el paseo de Los Urrutias que las palabras de Roger Wolf cantadas por Diego Vasallo te hacen flotar, pasar suspendido entre la gente, porque Los Urrutias son por fin el espacio de tu infancia redimida.
Y abro los ojos ahora, a tiempo de no citar los nombres de quienes te han acompañado, de quienes te acompañan, de los nuevos y de los antiguos. Y te alegras de no hacerlo, de no nombrar uno a uno a tus amigos, porque se te podría olvidar alguno y sería ¿imperdonable? Has estado atinado y sonríes por ello. Pero no obstante los nombras en conjunto, mis amigos, dices Tus amigos.
Y Ryuichi Sakamoto sigue tocando el piano y yo te miro presente, momento vivo, instante de vida y sé que esto soy yo, un hombre hecho de carne y de tiempo tan sólo y no por ello menos valioso.
3 comentarios:
Me encanta Antonio. Eso que pasa a veces que algo le da al PLAY de las diapositivas que hay guardadas en tu cabeza y otro algo empieza a cambiar de sintonía y se oyen pedazos de canciones...
El pelirrojo =)
no puedo dejar de leerlo....
Gracias Juan Diego. Tú también formas parte de esos amigos. Se me olvidó decir que estuve en Águilas desafiando los acantilados mientras el mar repetía los versos de Shakespeare.
Querido anónimo, seguro que si lo intentas lo consigues, que hay que hacer tantas cosas en la vida... Muchas gracias.
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