jueves, 9 de febrero de 2012

Dame tus manos: Historia de una foto -notas-

 
Tanto la foto de César Cerón como el poema pertenecen al libro Dame tus manos

 Hay una foto en el libro que para mí fue el comienzo. Titubeo, tengo en mis manos las fotos de César - no son todas, ni todas llegarán al libro-, las imprimo, les doy la vuelta, las desordeno sobre la mesa y no sé qué va a pasar si es que va a pasar algo, lo que no tengo nada claro. Es cierto que quiero, pero querer no siempre es poder. Sé que llevo unos días sin saber por dónde empezar, pero sobre todo sin saber cómo empezar.

Busco en mis libretas de notas y me reencuentro con apuntes "del natural", como dibujos tomados al hilo de la vida, hebras de luz o en este caso de sombra. Así que pienso en lo fragmentario, en darle esa apariencia, frases yuxtapuestas que vayan configurando un mundo. Huyo del haiku. Necesito otra cosa, el cuerpo, sinceramente, me pide otra cosa y me encuentro con las canciones tradicionales, con el silencio de unas celdas, las estancias en penumbra de la mañana, los pasillos por donde corren los niños del colegio, la luz del patio, tal vez el venero de una fuente. No me decido por el octosílabo, me gusta la contención del heptasílabo, la detención, pese a lo narrativo inherente, de cada historia. Y luego encuentro esta voz, como un hilván, la voz de una muchacha que se ha escapado del cuidado de sus padres y de la tradición. Este es el comienzo de nuestra aventura, el de la suya y el de la mía:

Con sólo un gesto

tendió sus brazos

sobre mis brazos,

como quien tiende

un lienzo en blanco

sobre la mesa

del desayuno.




Era temprano

y aún se hablaba

como en volandas
por los pasillos.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Te admiro Antonio, sobre todo porque considero muy difícil y muy costoso expresar por escrito lo que sientes, un sentimiento, el sentimiento de querer hacer algo y el propio sentimiento que te lleva a querer hacer eso, eso, en sí, es digno de admiración, lo considero una tarea muy compleja.

Por cierto, ¿para cuándo ese café Antonio, para cuándo? No se me olvida, como dijo Miguel Hernández, que tenemos que hablar de muchas cosas compañero, compañero del alma, compañero.

Sergio P