Acabo de publicar en la revista El coloquio de los perros una reseña sobre el autor norteamericano Ted Kooser. Aquí el enlace y el texto a continuación
Delicias y sombras
Delicias y sombras
Ted
Kooser.
Pre-textos,
2009.
Traducción
de Hilario Barrero
Algo
extraño pasa con Ted Kooser, algo que posiblemente pase con otros tantos
autores, pero que no son Kooser y no son, por tanto, los autores de Delicias y sombras, el libro que editó pre-textos y
que mereció el premio Pulitzer en 2005. Cómo puede ser que un autor del calado
de Kooser haya pasado desapercibido para el panorama literario español, al
menos, popular, en la posible acepción
de popular que pudiera tener en este contexto la palabra; además en una época
que es tan proclive a la traducción y tradición de autores norteamericanos
contemporáneos. Kooser es, obviamente, conocido, pero no ha tenido esa
repercusión que poetas de menor calado y también menor recorrido sin embargo sí
tienen. Es uno de esos casos en los que uno echa en falta cierto empeño para
que ocupe un lugar que creo que le pertenece, especialmente por libros como Delicias y sombras, que además de los valores del
propio libro cuenta en castellano con una acertada y respetuosa traducción de
Hilario Barrero, un traductor que frecuenta con interés otros autores
norteamericanos como Jane Kenyon, también publicada en Pre-textos, o una
selección de poetas británicos y norteamericanos que arranca del siglo XVII con
los poemas del párroco Robert Herrick, publicada por La isla de Silstolá bajo
el título de Lengua de madera (Antología de poesía breve
en inglés).
Al buscar
información sobre Ted Kooser, por ejemplo, en internet uno apenas encuentra
información en páginas de nuestro ámbito, especialmente en castellano, lo que
no es tampoco un problema, pero sí una evidencia. Apenas un par de blogs
recogen poemas en concreto de este libro o poemas de Kooser en general, al menos en nuestra lengua.
Kooser es de esos poetas que disfruta en vida de un reconocimiento que no siempre
los poetas alcanzan. Poeta Laureado por la Biblioteca del Senado de 2004 a
2006, premio Pulitzer, autor de libros
como Valantines, ( que recoge una serie de
poemas que el poeta fue escribiendo y enviando a un número, que finalmente se
hizo inviable, de dos mil y pico lectoras, año tras año, por el día de San
Valentín) que lo han hecho sobradamente popular en la cultura norteamericana,
lo que junto a la imagen risueña, aparentemente carente de drama, de vida
ordenada, pueden ser detalles, según
esta aventurada especulación, que lejos de ayudar a la difusión de su obra, la
entorpecen en nuestro ámbito tan aficionado al tormento.
Además Kooser es
un poeta, otra vez, aparentemente sencillo, sin exceso de palabrería o de
páginas innecesarias, con apenas una decena de títulos, cuando esa no parece
ser la tendencia actual, con poetas que publicando en editoriales más o menos
con presencia comercial acumulan ese número de libros apenas a los treinta años
de edad. Delicias y sombras es un libro que
se caracteriza por esa tendencia a poetizar la cotidianidad, sin complejos a la
hora de detenerse en fechas o temáticas señaladas. El lector de Kooser se
encontrará con poemas como Tatuaje, Madre, Un tarro de
botones, Zenith, Compota de manzana, Padre... entre otros, que
oscilan entre la anécdota contada con economía de medios, sin alardes formales
y el golpe duro, certero a la emoción del lector, que es probable que asienta
ante lo que lee con la certidumbre de haber tocado una verdad inevitable y no
siempre deseable.
Pensando en
Kooser y en Delicias y sombras, y después de
una conversación informal y breve con su traductor, Hilario Barrero, me quedo
enganchado a una idea, que, por otro lado, también tiene que ver conmigo y con
mi relación con los libros. Quizás, me
digo o me pregunto o ambas cosas a la vez, que los libros necesitan esa
visibilidad significada para encontrar a sus lectores. Es probable que Kooser,
al igual que tantos poetas, haya necesitado de esa oportunidad de llegar al
público para encontrarse con él, para tener una oportunidad dentro de un
panorama donde se repiten a veces ciertos nombres no siempre de una forma
merecida. Lean a Kooser, porque él sí merece la pena, porque merece esa
oportunidad de gustarnos. Lean a Kooser porque es un poeta que, precisamente
por ese papel que ocupa de poeta semi oculto, les resultará, como me ha
sucedido a mí, un descubrimiento que nadie ya podrá quitarnos.
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