miércoles, 5 de julio de 2017

Ampliación del campo de batalla

Dice cierta leyenda urbana, acrecentada por el antropólogo alemán Boas, que un esquimal es capaz de nombrar veinte tipos distintos de nieve. Quizás de esa exageración dependa su supervivencia. Lo que para nosotros es nieve es para él una realidad compleja y necesaria.

Cuando uno lee La impedimenta de Alberto Chessa tiene la sensación de pasear por un espacio o por un tiempo, iluminado por la reflexión y el saber "ser", pura actitud y no pose en sus poemas. Alberto Chessa fue accésit del Premio Adonáis con La osamenta en 2011 y es autor también de En la radiografía apareció LA PIEL (Huerga & Fierro, 2013). Teórico, traductor, ser humano inquieto e inteligente.

Hay un aspecto de la poesía de Chessa que siempre me ha sorprendido y es el uso del léxico que hace, la precisión de las palabras, la ampliación del vocabulario para ser preciso, para ampliar el campo de visión, para nombrar la nieve que uno pisa y saber qué puede esperar de esa singladura por el espacio en blanco.  Al devolver al lenguaje su capacidad de multiplicar la lectura que hacemos de las cosas, de dar volumen, detalle a la realidad, Chessa nos devuelve una visión compleja y rica y no siempre deseada. La reducción del léxico aplana las posibles lecturas que hacemos de la realidad, de tal forma que no todos vemos lo mismo por más que miremos las mismas cosas. La poesía de Alberto huye de simplificaciones absurdas, ese vocabulario, lamentablemente no habitual, pero no excesivamente erudito, a veces incluso empleando neologismos, muestra a las claras su voluntad de observación analítica y poética de la realidad, de no huir de una realidad problemática que necesita ser nombrada para no quedar solapada por las simplificaciones ramplonas a la que es sometida cada día y cada vez con más intencionalidad. 

Es un deseo, casi un imperativo humano, de hacer del lenguaje una actitud ética, conocimiento como compromiso y no como exhibición.


La mirada de Ulises.


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