El lobo dejó el cuento. Apenas llevaba nada consigo, un hato ligero, un par de camisas, los pantalones de pana, una cuerda vieja de anea con la que intentó trepar hacia arriba, por el corte vertical de las emociones, pero no pudo. Era mayor y había perdido la agilidad, se sentía torpe y cansado. Así que cogió el camino que iba junto al desfiladero de las tramas secundarias, una especie de hades del que ya ningún recuerdo podría salvarlo. No estaba muy seguro de haber vivido su propia historia, aunque algo había vivido, algo para lo que tendría que encontrar algún día un nombre y un sentimiento.
Poco a poco se fue alejando. Al principio todavía era un lobo, luego ya no fue nada.
Poco a poco se fue alejando. Al principio todavía era un lobo, luego ya no fue nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario