jueves, 28 de marzo de 2013

En un cuento de Clarín

No siempre que me tomo un café a las diez de la noche sueño con Clarín. Anoche soñé con Clarín. Anoche había tomado café. Como en el relato El dúo de la tos, te asomas a la ventana del Gran hotel del Águila y oyes una tos dos plantas por encima de tu tos, y te pones a especular de quién será esa tos, por qué , sea de quién sea, ha venido precisamente a este hotel y el porqué de que también precisamente ahora esté asomada o asomado (nunca se sabe) a la ventana en este instante, ahora mismo, en el que tú también te has asomado. Toses como queriendo decir que aquí estás, y que tú también, de todas las bebidas que podrías haber tomado esta noche, has tomado café y ahora sufres insomnio y toses.

Así que son las cuatro de la mañana y no puedo dormir y me desvelo y abro los ojos y estoy en una cama enorme a oscuras. Noto el calor de mi familia, , a un lado la mujer que amo, al otro mi pequeño hijo, los dos, por un momento, como en ese relato de Clarín, tosen levemente, nada afortunadamente de lo que preocuparse. Y entonces lo comprendo, todos estamos soñando y le doy las gracias a Clarín.

viernes, 22 de marzo de 2013

Ese algo intangible

El otro día la gente empezó a opinar. Yo pensaba que la cosa iba a quedar en el aire, que en el mejor de los casos tan sólo iban a comentar, a gustar, a disgustar los que estaban en eso y no en lo otro. Ya se entiende. Pero de entre todas las cosas que se dijeron se me quedó una rondando la cabeza y que no me la quito, por eso la voy a decir, no para que nadie se moleste, sino para que caiga y pase a otro y ese otro ya no sea yo. Varias personas terminaron, o empezaron, diciendo que dedicarse a la política incluso les costaba dinero. Y al principio me dije, qué duro, ¿no?, poner dinero de tu bolsillo incluso, hasta que caí en la cuenta, joder, y lo que me cuesta a mí jugar al pádel, por ejemplo, y escribir poemas; la de fotocopias que hago, la de poemarios que encuaderno, la de paquetes que envío a premios improbables, y además yo no engaño, no desfalco, no aspiro a medrar, ni a robar, ni... que la poesía sí que busca el bien de los demás y la belleza y la verdad. Así que dándole vueltas estoy buscando la manera de pasar el tiempo haciendo algo que me haga feliz y que no me cueste dinero. Esta tarde ha valido por todo un día de sol, y aunque he salido a comprar libros en una feria de libros de ocasión que ya era una realidad inexistente, he descubierto el camino, de verdad, porque cuando he vuelto a casa y he introducido mi llave en la puerta de este hogar habito y he dejado el carricoche con mi hijo dentro (lo contrario mi mujer no me lo perdonaría en la vida)me he dado cuenta de que llevaba las manos vacías -no libros, no cds, no objetos banales- pero el corazón y las vísceras que lo rodean llenos de ese algo intangible.

domingo, 17 de marzo de 2013

El poder de una respuesta

¿Son necesarios los políticos? Hace unos años, celebrando no sé por qué -viendo donde la hemos llevado- un aniversario de nuestra Constitución, a alguien en un medio de comunicación le tocó glosar uno de sus artículos en el que se prohibía expresamente la tortura y me sorprendió lo que dijo entonces, porque era  tan obvio, decía que si hacía falta prohibir algo era porque existía.

Así que  cuando uno llega a la pregunta de si son necesarios los políticos es porque es ya incuestionable que no lo son, que podríamos prescindir de ellos, ni de izquierdas ni de derechas, profesionales del estipendio y de la estafa. No son un mal necesario, son sencillamente un mal. Les digo a mis alumnos cuando analizamos la sintaxis de una oración que se queden siempre con la respuesta más sencilla, con esto también vale. Si alguien es capaz de argumentar a favor de los políticos, tal y como los sufrimos ahora, que se lo mire, porque como el astronauta nadie supera la sencillez.

Gestores profesionales guiados por una Constitución de un par de líneas, poco en apariencia, unas frases en las que aparezca el sintagma ser humano y la palabra respeto, formuladas con una sintaxis clara y sin dobleces.Y que respondan a las preguntas de los ciudadanos y que den explicaciones y que rindan cuentas y que sea humildes y que no olviden de quién es y para qué es el dinero que administran...

Y como último, una pequeña anécdota doméstica. Este año hemos cambiado cuatro veces de administrador en mi comunidad y hasta donde yo llego creo que no ha pasado nada.

lunes, 4 de marzo de 2013

A eso de las no sé qué del mediodía

Esta mañana, a eso de las no sé qué del medio día, la cosa se puso difícil. Ella no quería otra cosa que lo que yo no quería o no debía darle, ¿me sigues? Mi padre -y posiblemente no esté bien del todo que me acuerde de mi padre al hilo de esto que estoy contando- decía que eso era propio de una señora rezongona. Como mi padre había nacido y se había criado en Cuba, siempre decía cosas raras, que no dejaban de tener su razón en otro nivel de las cosas, pero no en el de la premura del momento. 

Estábamos solos. Al entrar en mi despacho apagó la luz, quería que lo hiciera, quería que me pusiera allí mismo a darle  al tema. Aquí y ahora, es decir, allí y entonces, ¿vale?, en ese momento y sin dilaciones. Pero tú ya sabes que para ciertas cosas necesito mi tiempo, necesito mi ritual, pero no se atenía a razones. Me sentí azorado, no podía evitarlo, de nuevo en esas me dije, como otras veces, arrastrado, mitad yo mitad ese otro yo que a veces me mira a través de la ventana de un autobús que se marcha o de una foto borrosa de periódico.

Y entonces ya no lo pude resistir más, esta mañana, a eso de las no sé qué del medio día, saqué mi libreta de dos rayas y de nuevo me puse a escribir.