martes, 13 de enero de 2015

Presentación de Mal de José Daniel Espejo


Presentar a Joseda es una temeridad, es como presentar a la reina Letizia o a Risto Mejide, por poner dos ejemplos de la cotidianeidad folklórica cercana. Son los tres y por diversos motivos personajes de sobra conocidos. 

 Es una temeridad pero no es difícil, porque si hay una sensación que impere en el trato directo con Joseda es que todo es fácil o relativamente sencillo. Por seguir con ejemplos, tomarse unas cañas con Joseda es eso, estás en un jardín o en casa y hay cerveza y amigos y conversación, algo de música, alguna que, ahora puedes decírselo, no entiendes del todo y otra que te apasiona, se habla entonces de libros, no mucho de tías, proyectos, de cosas así que están todas contenidas en lo que sería la definición denotativa de la expresión tomar cerveza

 Es sin embargo una temeridad porque a estas alturas de la vida todos los que estamos aquí creemos saber quién es, lo vemos por la calle y lo reconocemos, le decimos hola Joseda, qué guapo estás hoy, dónde has dejado a los críos -si lo vemos de noche y es tarde-, y él nos devuelve el saludo y nos habla de la canguro y cosas así. Todos al final nos hemos hecho una imagen de Joseda que si no se acomoda a la realidad del todo sí a la necesidad que tenemos de forjar nuestra propia realidad con cosas cercanas e inteligibles. Al final presentar a Joseda es como presentarle a unos padres, no freudiano, a su hijo, a una novia su novio, a un amigo otro amigo. 

 Pero Joseda es una realidad más grande que la que aparece en sus libros y que también se llama Joseda y ha vivido momentos muy parecidos a los que ha vivido el propio Joseda. Y viceversa. Son como ventanas sobre una realidad que aún mostrando mucho no puede alcanzarlo todo. Los placeres de la meteorología, Quemando a los idiotas en las plazas o Música para ascensores son sólo ventanas a una realidad de la que se nos muestra una parte involuntariamente sesgada. No hay premeditación, es solo una consecuencia de las leyes físicas. 

 Conocí a Joseda hace mucho tiempo, escribí un prólogo para su primer libro, contamos con su colaboración para nuestro fanzine La Casa subterránea, él nos pedía poemas para Oh, Poetry, iba a su casa acompañado de algún amigo o coincidía en la casa de ese amigo con él, leímos en Albacete con los de La isla desnuda, luego se fue de lector y vino y se casó y tuvo hijos, y creía saber quién era, pero sin embargo desde el mimos momento en el que lo conocí extrañamente también empecé a desconocerlo, empecé a extrañar a ese hombretón de patillas como bufandas y mirada inquietante.  El propio Joseda lo habría contado en las redes sociales de haber existido entonces, porque en ese espacio es muy generoso con su intimidad, nos dice esto y aquello y lo de más allá, nos habla de sus compromisos, de sus pequeños placeres, remueve conciencias, nos hace felices con su felicidad y humanos con su dolor, pero todo ese Joseda es un otro hasta cierto punto alienado para el poeta, como el poeta es un yo enajenado de ese Joseda, aunque se llame igual y nos hable de esto y de aquello y de eso otro de lo que ya nos habló antes, aunque compartan la biografía y los hijos y las ausencias. 

 He guardado en la memoria durante mucho tiempo algunos mensajes de Joseda. Sobrecogido. No sé ya si del Joseda poeta o del Joseda persona o de los dos o de ninguno. Nunca he sabido cómo se vale del lenguaje, que otros usamos para comprar el pan o para escribir un poema, para dejarnos heridos de verdad, de una verdad que es a la vez comunicación lingüística y emocional, portadoras ambas de una realidad nueva que antes no existía, sin saber dónde empieza una y termina la otra. Hay personas que cuando dicen que llueve, como es su caso, te traen el olor del ozono liberado de la tierra y la inquietud o la paz o el estremecimiento del vacío. 

 Conocer a Joseda sin duda es apasionante pero desconocerlo es una aventura. Todos creemos saber mucho sobre su vida, al menos, saber lo suficiente. Yo os invito a lo contrario, a que leáis Mal desde el extrañamiento y el desconocimiento y entonces tal vez, sin disociar necesariamente biografía de escritura, conozcamos algo más de un Joseda que hasta este momento se nos pasaba desapercibido.


9 de enero de 2015. 
Cafetería Ítaca.