lunes, 30 de diciembre de 2013

Cuento de navidad

Pongo la tele y pienso: si yo fuera presidente de un gobierno de un país (pongamos, por ejemplo, España) y tuviera que ver todos los días estos informativos tediosos y llenos de tópicos que se repiten año tras años, no me sentiría muy orgulloso, aunque debiera parecer lo contrario, vuelvo a pensar, al ver tanta llamada a la solidaridad, a la benevolencia de los que atienden los comedores sociales, a la caridad de los que recogen alimentos en estas fechas sobre todo, donde casi siempre se ha disfrutado de la vanidad copiosa, tanta llamada a la fraternidad, a los propietarios de bares que ofrecen menús proletarios (aunque deberían llamarse de aspirantes o cesantes de la condición proletaria), a los que recogen juguetes para todos los niños, a los que no ya sientan un pobre a su mesa, sino a los que en su pobreza extrema van buscando una mesa que los acoja, a los millones (que se dice pronto) de parados, al veinte por cierto de jóvenes que pueden emanciparse y al ochenta por cierto que tienen que seguir viviendo en casa para aunar esfuerzos y llegar a mitad de mes... 

 Pues eso, pienso -también es un decir-, (e iré terminando, porque de lo contrario ni dios va a leer este cuento de navidad) que si yo fuera presidente de un gobierno de un país de un continente cualquiera, se me caería la cara de vergüenza al ver a sus ciudadanos teniendo que recurrir a ablandar el corazón del pobre Ebenezer Scrooge para sobrevivir, porque nadie velará por los ciudadanos de a pie, nadie nos rescatará, nadie nos dará un descubierto o trazará un plan coherente de gestión para el bienestar de nosotros, esa mayoría silenciosa, como me gustaría decir, si fuera presidente del gobierno de un país de un continente cualquiera, de lo que hemos dado en llamar burdamente seres humanos.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Un poema

Escribí un poema una tarde en Verona. Estábamos en una mesa de un café en una plaza bulliciosa con puestos de colores y de mercado. Recuerdo que tú me mirabas a través del objetivo de una cámara. Era una cámara violeta que yo te había regalado. "El ojo que ves no es/ ojo porque tú lo veas;/ es ojo porque te ve", dijo Machado, Antonio.

Ahora releo el poema en silencio y me doy cuenta de que el poema estaba en todo lo que entonces no vimos que era el poema. Esta noche el silencio arde y sus palabras consuelan.

lunes, 28 de octubre de 2013

Te envidio o no

Como a muchas cosas, llegué tarde a Lou Reed. Y yo no sabía si estaba bien o estaba mal llegar tarde a Lou Reed, pero a mí me gustaba, era como esas cosas que dan vergüenza y orgullo a partes iguales, como una mano en el bolsillo que toca más allá del propio bolsillo, ya me entendéis. Así que sin saber si debía darme gusto o disgusto pero decidido a complacerme escuché todo lo que cayó en mis oídos -eran épocas en las que no existía internet (o existía en otra parte)-.

Así que con esa duda, la del placer privado, coincidí un día con Juan De Dios García que me dijo que me envidiaba. Joé, pensé, hay otros peor que yo, porque, me dijo, tú puedes sentir esa emoción de escuchar por primera vez a Lou Reed.

 A las pruebas me remito. Y si todavía no has escuchado a Lou Reed, pues eso, yo también te envidio.

sábado, 26 de octubre de 2013

Donde tú vives no hay ventanas


Donde tú vives no hay ventanas. Doce de los científicos encuestados y procedentes de los estados más meridionales del país lo han podido comprobar en sus propias carnes. Tras recorrer la tapia y adentrarse en el patio y alcanzar la parte trasera de la casa, pudieron observar con asombro que no sólo no había ventanas sino que de poder haberlas no dejarían ver por igual el exterior y el interior. Así, conjeturaron, que sólo se habría podido hacer especulaciones sobre lo que pudiera suceder en el interior.

Ahora estoy sentado en el sofá viendo la segunda parte de Los cazafantasmas. Y no he podido evitar la tentación de decirlo con palabras para que si alguien consigue llegar hasta tu casa lo sepa y no se obstine en pasar una y otra vez bajo tu ventana para que lo veas y te apiades de sus deseos.

martes, 1 de octubre de 2013

Apuntes para un poema que escribiré


Con el ojo en la lluvia (y con el oído)
Y con la piel.
Las diminutas andanadas
Sobre la superficie tersa y blanca y nueva
De los papeles.
Es ahora y fue ayer
Y mañana será.
Es la promesa del sabor
Los charcos que se mojan
Y adquieren visibilidad.

Mirarse de una forma entreverada
Con los ojos cerrados
Y escuchar una letanía de la infancia
Que aún nadie ha cantado.

martes, 3 de septiembre de 2013

La linterna del espino

A las ocho de la mañana, una hora intempestiva se mire como se mire, he entrado en mi casa, en la otra, en la que moro de forma esquiva y a ratos, donde he dejado parte de mí -cosas por tanto sin valor crematístico, avisados quedan ladrones-. A hurtadillas entro siempre, como no queriendo molestar al que fui y avanzo por el pasillo largo con varios espejos que aumentan su realidad de una forma borgiana.

A las ocho y cinco minutos, una vez dejados unos enredos en la habitación del fondo (de armario), he subido las empinadas escaleras de caracol y me he encontrado con los libros, aunque la intención era ver si la lluvia de estos días había hecho algún destrozo en la terraza donde varios tiestos de tierra baldía rezumaban agua.

Tengo que decirlo aunque nadie se lo crea. Un corazón late en esas estanterías. Un pulso firme y seguro como la luz de un faro o la bocina que avisa en los días de niebla. Un corazón que guía y que avisa. Tenía en mis manos una antigua edición trilingüe de Seamus Heaney de The haw lantern/La Llanterna de lárç/ La linterna del espino, así en inglés, en catalán y en castellano, de ediciones península/edicions 62. Y ya no he podido hacer otra cosa, a esas horas tan intempestivas, que acompasar mi corazón con esa música.

martes, 16 de julio de 2013

Estimado X


Hola X:

 Estamos en Los Urrutias. Aquí las cosas del mundo global no llegan bien. Es como si la cima de El Carmolí creara un campo electromagnético y nos dejara en una dimensión espacio temporal extraña. Llega ligeramente la señal de la televisión y a veces, entre la niebla, intuyes algunos nombres también extraños, Barcenas y Rajois, que aquí tienen un viejo sabor rancio, de cuando la contabilidad de las empresas se llevaba en libros y no en páginas excel y archivos informáticos; tambien se entresaca alguna información sobre eres y exministras de trabajo. 

No sé. Porque lejos de la tranquilidad que parece transmitir esta arcadia desinformada, uno no deja de tener la sensación de que cuando vuelva a cruzar esos pequeños pirineos volcánicos estará un poco más jodido. Pero de momento tenemos esto. Un mundo entre paréntesis donde internet en el móvil es una realidad esquiva que a lo sumo te permite escribirle a algunos amigos vagas líneas que parecen más bien telegrafiadas. 

sábado, 25 de mayo de 2013

El fondo del abismo


© Ryan McGinley


Y ahora que has llegado,
¿qué podríamos no hacer?

El bosque aguarda en vilo,
no hay una línea
que defina los límites con claridad:
las ramas de los árboles sobre el cercado,
las farolas, su luz metálica.
Antes de ti la noche era un brocal
junto a los árboles del bosque,
y ahora es la caída y tu canción
y el tintineo de una piedra
que espera el fondo del abismo.

Pero, ¿existe el fondo del abismo?

sábado, 13 de abril de 2013

cumpleaños

Acabo de ver en facebook que en mayo cumplo cuarenta años. Joder con facebook.

jueves, 28 de marzo de 2013

En un cuento de Clarín

No siempre que me tomo un café a las diez de la noche sueño con Clarín. Anoche soñé con Clarín. Anoche había tomado café. Como en el relato El dúo de la tos, te asomas a la ventana del Gran hotel del Águila y oyes una tos dos plantas por encima de tu tos, y te pones a especular de quién será esa tos, por qué , sea de quién sea, ha venido precisamente a este hotel y el porqué de que también precisamente ahora esté asomada o asomado (nunca se sabe) a la ventana en este instante, ahora mismo, en el que tú también te has asomado. Toses como queriendo decir que aquí estás, y que tú también, de todas las bebidas que podrías haber tomado esta noche, has tomado café y ahora sufres insomnio y toses.

Así que son las cuatro de la mañana y no puedo dormir y me desvelo y abro los ojos y estoy en una cama enorme a oscuras. Noto el calor de mi familia, , a un lado la mujer que amo, al otro mi pequeño hijo, los dos, por un momento, como en ese relato de Clarín, tosen levemente, nada afortunadamente de lo que preocuparse. Y entonces lo comprendo, todos estamos soñando y le doy las gracias a Clarín.

viernes, 22 de marzo de 2013

Ese algo intangible

El otro día la gente empezó a opinar. Yo pensaba que la cosa iba a quedar en el aire, que en el mejor de los casos tan sólo iban a comentar, a gustar, a disgustar los que estaban en eso y no en lo otro. Ya se entiende. Pero de entre todas las cosas que se dijeron se me quedó una rondando la cabeza y que no me la quito, por eso la voy a decir, no para que nadie se moleste, sino para que caiga y pase a otro y ese otro ya no sea yo. Varias personas terminaron, o empezaron, diciendo que dedicarse a la política incluso les costaba dinero. Y al principio me dije, qué duro, ¿no?, poner dinero de tu bolsillo incluso, hasta que caí en la cuenta, joder, y lo que me cuesta a mí jugar al pádel, por ejemplo, y escribir poemas; la de fotocopias que hago, la de poemarios que encuaderno, la de paquetes que envío a premios improbables, y además yo no engaño, no desfalco, no aspiro a medrar, ni a robar, ni... que la poesía sí que busca el bien de los demás y la belleza y la verdad. Así que dándole vueltas estoy buscando la manera de pasar el tiempo haciendo algo que me haga feliz y que no me cueste dinero. Esta tarde ha valido por todo un día de sol, y aunque he salido a comprar libros en una feria de libros de ocasión que ya era una realidad inexistente, he descubierto el camino, de verdad, porque cuando he vuelto a casa y he introducido mi llave en la puerta de este hogar habito y he dejado el carricoche con mi hijo dentro (lo contrario mi mujer no me lo perdonaría en la vida)me he dado cuenta de que llevaba las manos vacías -no libros, no cds, no objetos banales- pero el corazón y las vísceras que lo rodean llenos de ese algo intangible.

domingo, 17 de marzo de 2013

El poder de una respuesta

¿Son necesarios los políticos? Hace unos años, celebrando no sé por qué -viendo donde la hemos llevado- un aniversario de nuestra Constitución, a alguien en un medio de comunicación le tocó glosar uno de sus artículos en el que se prohibía expresamente la tortura y me sorprendió lo que dijo entonces, porque era  tan obvio, decía que si hacía falta prohibir algo era porque existía.

Así que  cuando uno llega a la pregunta de si son necesarios los políticos es porque es ya incuestionable que no lo son, que podríamos prescindir de ellos, ni de izquierdas ni de derechas, profesionales del estipendio y de la estafa. No son un mal necesario, son sencillamente un mal. Les digo a mis alumnos cuando analizamos la sintaxis de una oración que se queden siempre con la respuesta más sencilla, con esto también vale. Si alguien es capaz de argumentar a favor de los políticos, tal y como los sufrimos ahora, que se lo mire, porque como el astronauta nadie supera la sencillez.

Gestores profesionales guiados por una Constitución de un par de líneas, poco en apariencia, unas frases en las que aparezca el sintagma ser humano y la palabra respeto, formuladas con una sintaxis clara y sin dobleces.Y que respondan a las preguntas de los ciudadanos y que den explicaciones y que rindan cuentas y que sea humildes y que no olviden de quién es y para qué es el dinero que administran...

Y como último, una pequeña anécdota doméstica. Este año hemos cambiado cuatro veces de administrador en mi comunidad y hasta donde yo llego creo que no ha pasado nada.

lunes, 4 de marzo de 2013

A eso de las no sé qué del mediodía

Esta mañana, a eso de las no sé qué del medio día, la cosa se puso difícil. Ella no quería otra cosa que lo que yo no quería o no debía darle, ¿me sigues? Mi padre -y posiblemente no esté bien del todo que me acuerde de mi padre al hilo de esto que estoy contando- decía que eso era propio de una señora rezongona. Como mi padre había nacido y se había criado en Cuba, siempre decía cosas raras, que no dejaban de tener su razón en otro nivel de las cosas, pero no en el de la premura del momento. 

Estábamos solos. Al entrar en mi despacho apagó la luz, quería que lo hiciera, quería que me pusiera allí mismo a darle  al tema. Aquí y ahora, es decir, allí y entonces, ¿vale?, en ese momento y sin dilaciones. Pero tú ya sabes que para ciertas cosas necesito mi tiempo, necesito mi ritual, pero no se atenía a razones. Me sentí azorado, no podía evitarlo, de nuevo en esas me dije, como otras veces, arrastrado, mitad yo mitad ese otro yo que a veces me mira a través de la ventana de un autobús que se marcha o de una foto borrosa de periódico.

Y entonces ya no lo pude resistir más, esta mañana, a eso de las no sé qué del medio día, saqué mi libreta de dos rayas y de nuevo me puse a escribir.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Entrada en préstamo: No es sí.

Una vez más tomo en préstamos un entrada ajena. Esta vez del blog  Bosque de bambú 


"Y allí estaba yo en mitad de un sueño que no era el mío. Sentía cuerdas invisibles que me movían y me llevaban de un sitio para otro sin preguntar. Un deseo irrefrenable me corroía por dentro cuando, al pasar ante mí algo que realmente me apetecía hacer, notaba un tirón que me apartaba el bocado de los labios. Yo me decía que no era el momento, que el guión no hacía concesiones o que no me podía salir del papel. Ser el sueño de otro era una tortura. Me decían que así era todo más sencillo porque no había que pensar ni tomar decisiones. Continuamente salían de mi boca síes que se me atragantaban y formaban un nudo imposible de deshacer. Me sentía como esa niña a la que sus padres le hacían repetir una y otra vez la misma monería ante cualquiera para que vieran lo lista que era. "No importa que no te apetezca, decían, tú eres una niña buena y como tal has de actuar". Y actuaba, claro que actuaba. Estaba a punto de ganar un Óscar por toda una carrera dedicada a la interpretación cuando, de repente, dije NO por primera vez. Un NO rotundo de esos que cuesta pronunciar y en los que no cabe la menor duda. Aquel día, sin saber cómo, oí por fin mi voz y me gustó. Tuve que pronunciar un NO para decirme SÍ."

Mi foto

martes, 26 de febrero de 2013

Realidad realidad contra realidad virtual

¿Se puede escribir una entrada en un blog mientras se siente la necesidad acuciante de ir a orinar?

Hay ejemplos, se dice, en el mundo de la literatura de escritores que escriben bajo algún tipo de privación o de dependencia o de mono. Se dice, pero ya le hubiera gustado a él encontrarse en alguno de esos estados y no en el que se encuentra ahora, con las piernas apretadas, intentando no focalizar la atención sobre la próstata y sus músculos. No pensar en mear es como echar leña al fuego y el fuego se apaga con agua.

Si Cervantes hubiera tenido que escribir una tan sola de sus páginas en estas condiciones es posible que no lo hubiera hecho, se dice, otra cosa es la literatura actual, o, añade, para ser justos, parte de esta literatura, que sí que parece estar hecha bajo estos apremios. La presión antes que la adicción.

Y se imagina redactando una nota de prensa, un artículo de opinión para tal o cual medio, y además haciéndolo así, con estas apreturas, con estas condiciones que no se lo ponen fácil. Sea breve, le han dicho, y ya no sabe qué hacer. El baño está ocupado, el ordenador está libre. Está viendo que mear virtualmente sobre esta página no le está sirviendo de nada. Por goleada está ganando la realidad realidad a la realidad virtual, donde ya estaría discurriendo calle abajo, adentrándose en la zona de los bares, sería de noche y sonreiría al pedir otra cerveza.

miércoles, 20 de febrero de 2013

No sé si podré acabar esta entrada

Desde hace un mes mi vida se ha vuelto mucho más emocinante, de hecho, ahora mismo, el gesto inocente de escribir en mi blog se ha vuelto una actividad incierta que no sé si podré concluir. De todas formas concluir es un verbo que se encuentra en las antípodas de todo lo que es mi vida.

¿Podré terminar esta entrada? Se ha dormido en mis brazos, que no es exactamente lo mismo que un hecho delictivo. Lo he mecido hasta que no ha podido más, con alevosía, es cierto, hasta que ha cerrado los ojos, que según dicen, es lo único que no ha sacado de su padre. Ha sido entonces cuando he empezado a escribir a hurtadillas que tampoco es lo mismo que escribir en voz baja, pero que se le parece bastante.

De pronto he escuchado un quejido y ya no tengo dudas, sé que no podré acabar esta entrada. 
Y lo que me importa.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Dormir


 
Cojo un libro e intento leer. Al rato me he dado cuenta de que estoy leyendo, pero que aún no tengo el libro en las manos. Compruebo de hecho que leo con los ojos cerrados las páginas de un libro también cerrado que está en otro día de otra habitación. Después de este rollo no me queda otra que echarme a dormir pero para estar en consonancia lo hago con los ojos abiertos.

martes, 5 de febrero de 2013

la felicidad hipocondríaca

Ayer leí un relato de Millás de los Articuentos. Joer, con el tío. Es un cuento feliz, una especie de historia de un hombre que no enferma, que extrañamente ha dejado de enfermar en un mundo de hipocondríamos y enfermos reales. Hasta tal punto se ve presionado por su entorno neurótico que se finge enfermo para alcanzar la felicidad.

Después de leer el cuento le dejé un sobre con dinero en negro, al menos creo que es así, en el buzón a un vecino para que me permita aparcar el coche en su plaza de garaje.

No tengo nada más que decir. Podrían ser las siete de la mañna y estoy despierto. Del fondo del pasillo llega un rumor, me adentro en esa oscuridad extraña...

lunes, 28 de enero de 2013

Manifiesto azul 13


En el último número del Manifiesto Azul, me han publicado un poema y el texto con el que abrí mi lectura de poemas en los lunesliterarios. Muchas gracias, señores.

domingo, 27 de enero de 2013

Carmilla ya está aquí


Detalle de la portada de Carmilla de Joseph Sheridan Le Fanu. Soft Edition.

Pasó hace un mes. Al principio no me di cuenta, fue tan sólo un instante, como una interferencia, que podría perfectamente haber pasado desapercibida de no haber estado yo ajustando la imagen del ordenador que controlaría en un futuro el sistema de videocámaras. En la pantalla una mujer, pese a que estaba seguro de estar solo en casa, avanzó por el pasillo hasta el salón. Corrí. Al llegar no había nadie. Volví contrariado al estudio. Miré la imagen que me ofrecía la cámara. Y de nuevo estaba allí recostada en el sofá. Era alta, vestía con un elegante vestido negro vaporoso, la tez pálida, los ojos grandes y con cierto aire de ausencia, los labios muy rojos, como si toda la vida se concentrara en ellos. Se encontraba en una actitud de abandono que no hacía pensar que hubiera venido súbitamente de algún sitio o que por el contrario estuviera a punto de irse. Cuando entré de nuevo en el salón se volvió a repetir la escena. Pero esta vez había tomado la precaución de dejarlo todo grabado. Y aunque me encontraba solo e incluso me senté en el sofá en el que supuestamente estaría sentada ella, no vi a nadie. Pero al comprobar el video vi que Carmilla, que así se llamaba, estaba allí, que me había mirado y que me había sonreído incluso cuando algo torpe me senté en su regazo. Fue entonces, a través de la pantalla del ordenador cuando me hizo un guiño directamente a la cámara y me lo dijo. “No. No me busques en la realidad. Yo sólo vivo en esta cámara, en la imagen de esta cámara y solo para ti.” Sé que es una historia de amor rara. No es la novia que uno llevaría a casa de sus padres a cenar. Pero a mí me sirve. Incluso a veces creo que ella es más real que yo, como una estrella de televisión que existe tan sólo para mí.

sábado, 12 de enero de 2013

Mi vida privada

 
Bruce Davindson
Bien, ahora que has llegado aquí, querrás saber cómo soy, tal vez te ha animado descubrir mi vida, saber de dónde soy, por dónde paso, hacia dónde voy. Si eres un empresario te conviene saber que no hay (aparentemente) reivindicaciones que a ti te afecten (tu empresa es dios y tú un ente supradivino), que escribo sin faltas de ortografía o que lo intento (pero eso tal vez ni lo percibas, total), querrás saber si suscribo alguna idea radical, a lo sumo algún movimiento románticamente obrero, si soy de izquierdas o de derechas, si fumo, si bebo, si estoy casado, divorciado o enviudé de una mujer adinerada que me dejó una pensión que me permite vivir holgadamente, de ser así no estarías visitando este perfil. De todo un poco, para ti de ese poco que te convenga. Viajo lo que puedo, aunque no dejo huella por donde paso, y si a mis estados te remites verás que no soy locuaz en exceso. Amigos tengo un montón, de verdad, sólo unos cuantos. Escucho música en el spotify, a veces pico aquí o allá seleccionando aleatoriamente cantantes, compositores, bandas, para no ponerlo fácil. Padre, solo uno, pero detesta estas tecnologías, madre protectora, abuela en este mundo, dos hermanos, dos cuñadas, tres sobrinas, cien primos y tíos a los que quiero y frecuento.

Ah, y luego tengo una vida privada, pero eso ya es otra historia.