viernes, 26 de febrero de 2010

La posibilidad de vivir


Mi amigo Agustín, que regenta la pensión hueso, presentó hace unos meses un corto en Lorca. Yo andaba por entonces liado y no pude ir. Así somos los amigos. Imagino que de ser yo quien hubiese presentado el corto me hubiera gustado que los perros de mis amigos de Murcia a los que no veo así que pase un año fueran a ver, si no a mí, sí a mi corto.

Así que como es infinitamente bueno nos envió pasados los meses el enlace para descargarlo, pero tampoco así alcancé a verlo hasta que un día, imagino, cansado de tanto amigo, lo colocó en su blog. Así que yo ahora, para exorcizar la mala madre que pudiera crecer en nuestra amistad a mi vez lo enlazo aquí.

¿No lo has visto aún? Pero a qué estás esperando. Pincha a continuación

LA POSIBILIDAD DE VIVIR

martes, 23 de febrero de 2010

Mi abuelo Pedro


Mi abuelo se murió en una cama, ni siquiera la cama de hospital que había solicitado a los servicios sociales y que deseaba para poder incorporarse y escapar aunque sólo fuera por unos centímetros de su dolencia. No hubo tiempo. Se murió antes, en otra cama de hospital, de noche. De pronto fallaron durante unas milésimas de segundo las luces de la sala de espera y todo se vino abajo. Yo me enteré al día siguiente. Sobresaltado. Es algo que pasa cuando tus padres te llaman a horas intespectivas, no puedes evitarlo, se ciernen sobre ti las peores sospechas y en esta ocasión eran ciertas. Mi abuelo Pedro había muerto esa noche, yo estaba sólo en mi casa, él con sus hijos en el hospital, pero de alguna forma también solo. Todos estábamos, pienso-siento- solos en el momento de su muerte.

Sus veintitantos nietos fuimos pasando al día siguiente por el tanatorio. Todos llevábamos, imagino, a nuestra manera, nuestro dolor. En la comida nos sentamos en una larga mesa e hicimos un brindis por él, algo que le habría gustado de estar allí y no pudimos decir nada, pronto comprendimos que nada se podía decir entonces.

Yo luego pensé en algo que recordar, en algo que llevarme más allá de su muerte. Y me vio a la cabeza esta foto, que yo creía en color, este retazo de nuestras vidas, de la suya y de la mía. Los dos éramos más jóvenes y creo que la foto nos define muy bien, pero sobre todo nos dice muy bien quién era mi abuelo, cómo fue y es así como, más allá de los posibles excesos de su vida, deseo recordarlo.

Creo que mi madre, su hija, la mayor de los ocho hermanos ,estaría de acuerdo conmigo de leer esta entrada y ahora eso me conforta.

lunes, 22 de febrero de 2010

El circo de la mariposa de Eduardo Verastegui


A veces te devanas la cabeza sobre qué escribir, a qué dedicar tu atención, qué mirar de una forma nueva, si eso es posible, y a veces todo estaba más cerca, tan cerca, que estaba en ti. Unas notas a pie de página, el borrador de un cuento, el sueño de un sueño de verano. Y como una mariposa, la crisálida del deseo despliega sus alas hacia el acto mismo de la escritura.

Aquí la primera parte



Y aquí la segunda



Porque todos necesitamos alguna vez que nos lo recuerden.

domingo, 14 de febrero de 2010

Alma


Para algo nos sirvió cenar viendo la entrega de los Goya, aunque involuntariamente. De pronto aparece Pocoyó, uno de los héroes favoritos de Celia. Me pregunto qué pensará Nerea de estas cosas, pero es que Nerea es muy pequeña aún y sin embargo me mira como si supiera ya más cosas de las que es propio que sepa. Le regalé ayer, por ejemplo, un libro, un libro en forma de mariposa, con hojas de cartón que aleteaban mientras las páginas se abrían con dibujos coloreados y brillos de falsa plata. Estiró sus manos y tocó las imágenes y de pronto me miró con sus grandes ojos azules, fijamente, como buscando en mí algo, algo a través de mis ojos, como la niña Alma asomada al escaparate de la tienda de juguetes. Y me inquietó. Tan pequeña, me pregunto, cómo puede mirar así.

Estamos cenando mientras vemos la tele. Que sí, que no es muy cool, pero es muy hermoso, muy de verdad, de tarde de domingo, de locos que poco antes llaman a un amigo para saber si un pronombre era o no complemento directo, ahí estamos escuchando discursos ensayados y menos ensayados, gente feliz y gente que simula ser feliz y vemos Alma y me recuerdas lo que ya me habías dicho, que me habías comentado que te habían gustado las escenas de este corto que viste en el telediario.

Así que ahora, algo más tarde, me he asomado a este portal de internet, a este quicio del mundo y he tecleado "alma cortometraje" y ahora, después de verlo, te lo dejo aquí, basta con que pulses, un golpecito sobre mi ALMA, corazón mío.

martes, 9 de febrero de 2010

La increible historia del hombre desastrado


Lanzó las tristes redes de sus ojos oceánicos. Ella se quedó mirándolo durante uno segundos, con su cuerpo atenazado entre los aparejos.

Abrázame, le dijo, liberándola. Y ella lo abrazó.

Las ecuaciones se repetían en el reloj de pulsera. La comisura de sus labios era un enigma. Cómo, se preguntó, siendo feliz como era pudiera sentirse aún más feliz.

No sabrá nunca decirlo de otra forma, pero aquel cuerpo era el significante de un significado profundo y desconocido. Entonces ella tocó con sus manos las costuras de una cicatriz que era invisible. Debajo estaba su corazón.

Y de pronto empezó a palpitar.

lunes, 1 de febrero de 2010

Autopisa Liverpool


10 y 12 de la noche. Domingo. El avión realiza las primeras maniobras de aproximación al aeropuerto de Alicante. Origen: Liverpool. José Antonio consigue hablar en serio conmigo después de tres días. No es que yo no hable nunca en serio, al contrario, siempre lo hago, sino que de pronto el hilo sutil de los días se filtra en nuestra conversación. Dejo el libro de Manuel Vilas, Aire nuestro. El ruido del motor nos ha dejado algo sordos. Subimos la voz, pero con ese tono confidente de dos amigos que charlan de sus vidas íntimas. Sonreímos. Alberto, en la fila de al lado, donde María Jesús intenta leer y Fina sopesa los pros y los contras de seguir durmiendo, escucha con verdadera asunción del placer su ipop, sólo dios sabe qué música de qué músico alemán estará deleitando su mente de matemático humanista. Encarna hace rato que devana las páginas de una edición de bolsillo y Rocío piensa en qué hará el fin de semana que viene, cosas así que pasan por la mente en estos momentos de pasos perdidos.

La conversación se aviva pero después los dos comprendemos que ha llegado el momento de cambiar de tema. Agustín vuelve a ocupar su asiento, tiene la extraña teoría de que en los despegues y en los aterrizajes es bueno tener a alguien a tu lado, ya no sé si también sería conveniente, viendo como se acomete el aterrizaje, tener también la precaución de llevar el carnet de identidad entre los dientes.

De pronto se escucha una explosión.