martes, 3 de septiembre de 2013

La linterna del espino

A las ocho de la mañana, una hora intempestiva se mire como se mire, he entrado en mi casa, en la otra, en la que moro de forma esquiva y a ratos, donde he dejado parte de mí -cosas por tanto sin valor crematístico, avisados quedan ladrones-. A hurtadillas entro siempre, como no queriendo molestar al que fui y avanzo por el pasillo largo con varios espejos que aumentan su realidad de una forma borgiana.

A las ocho y cinco minutos, una vez dejados unos enredos en la habitación del fondo (de armario), he subido las empinadas escaleras de caracol y me he encontrado con los libros, aunque la intención era ver si la lluvia de estos días había hecho algún destrozo en la terraza donde varios tiestos de tierra baldía rezumaban agua.

Tengo que decirlo aunque nadie se lo crea. Un corazón late en esas estanterías. Un pulso firme y seguro como la luz de un faro o la bocina que avisa en los días de niebla. Un corazón que guía y que avisa. Tenía en mis manos una antigua edición trilingüe de Seamus Heaney de The haw lantern/La Llanterna de lárç/ La linterna del espino, así en inglés, en catalán y en castellano, de ediciones península/edicions 62. Y ya no he podido hacer otra cosa, a esas horas tan intempestivas, que acompasar mi corazón con esa música.