Foto de Robert Doisneau. El beso del Hotel de Ville
Onda Regional. La radio se mueve (105.3 fm)
17/12/2008
No te lo dije en su momento porque pensé que no tenía importancia. En realidad no te lo dije porque tú no estabas allí y no tenía sentido que yo te lo contara después. Por eso lo he guardado durante tanto tiempo en el desván al que ahora he vuelto a subir por otros motivos, para dejar otras cajas con rótulos como días de guerra o momentos felices o actos de amor varios.
Se llamaba María -uso el pasado porque hace mucho tiempo que sucedió y no por otro motivo, aún hoy día se me encoge el corazón un poquito al contarlo, por eso tal vez debería volver a empezar en presente, como si estuviera sucediendo ahora mismo-. Se llama María, debería empezar. Tiene veinte años. Es una muchacha muy guapa. Es alta. Es poeta. Le gusta lo que tú le dices y a ti te agrada lo que ella te comenta. Habíamos quedado varias veces, una en nochevieja, tú le habías prometido que irías a verla a la entrada de la fiesta donde ella iba a recibir el año nuevo lejos de ti, y lo hiciste. Siempre has sido un hombre de palabra, luego arrastraste tu soledad por varios bares, la única vez, por cierto, que lo has hecho en tu vida. Otras veces quedabais a tomar café, sin que se acabara el siglo ni nada por el estilo. Pero un día se hizo algo más tarde y como el tiempo con ella pasaba volando te ofreciste a acompañarla a su casa, en realidad se trataba de un piso de estudiantes en la calle Mar Menor, si no recuerdo mal, que compartía con sus hermanos. A mitad de camino querías besarla, pero no veías cómo. Así que tiraste de tu corto repertorio de argucias y la llamaste, así, con cierta alarma en la voz, de forma que ella no se lo esperase, y se giró y tú entonces la besaste, sentiste su cuerpo nervioso más allá de la carpeta que sujetaba contra su pecho como una estudiante de último curso de magisterio. Así de castos. Luego la cogiste de la cintura y seguimos caminando en silencio.
Fue una de las últimas veces que la vi. Por qué. No lo sé. Uno toma decisiones y esas decisiones te alejan y te acercan a las personas. Tal vez porque tú habías pensado que no significabas nada en su vida. Pero todo eso no viene al caso, además suena a reproche y esto, a las claras, no lo es. Y un día hablando con Aurora, una amiga menor que era a su vez amiga de la hermana menor de María, te enteraste de que para ella habías sido algo especial. ¿Un novio? No lo sé, no recuerdo las palabras exactas. Ternura, es lo único que se me ocurre ahora.
No he vuelto a saber de ella. El otro día puse su nombre en el buscador de google y no encontré nada, como si la tierra se la hubiera tragado. Tal vez por eso escribo esta pequeña anécdota del beso provocado, tal vez para que sea verdad y exista. Para demostrarme que hay una línea del tiempo, que hubo un pasado más allá del presente, que habrá un futuro sin lugar a dudas. También para que este recuerdo abrigue mi corazón en estos días en los que parece que el frío hubiera llegado para quedarse siempre entre nosotros.
Se llamaba María -uso el pasado porque hace mucho tiempo que sucedió y no por otro motivo, aún hoy día se me encoge el corazón un poquito al contarlo, por eso tal vez debería volver a empezar en presente, como si estuviera sucediendo ahora mismo-. Se llama María, debería empezar. Tiene veinte años. Es una muchacha muy guapa. Es alta. Es poeta. Le gusta lo que tú le dices y a ti te agrada lo que ella te comenta. Habíamos quedado varias veces, una en nochevieja, tú le habías prometido que irías a verla a la entrada de la fiesta donde ella iba a recibir el año nuevo lejos de ti, y lo hiciste. Siempre has sido un hombre de palabra, luego arrastraste tu soledad por varios bares, la única vez, por cierto, que lo has hecho en tu vida. Otras veces quedabais a tomar café, sin que se acabara el siglo ni nada por el estilo. Pero un día se hizo algo más tarde y como el tiempo con ella pasaba volando te ofreciste a acompañarla a su casa, en realidad se trataba de un piso de estudiantes en la calle Mar Menor, si no recuerdo mal, que compartía con sus hermanos. A mitad de camino querías besarla, pero no veías cómo. Así que tiraste de tu corto repertorio de argucias y la llamaste, así, con cierta alarma en la voz, de forma que ella no se lo esperase, y se giró y tú entonces la besaste, sentiste su cuerpo nervioso más allá de la carpeta que sujetaba contra su pecho como una estudiante de último curso de magisterio. Así de castos. Luego la cogiste de la cintura y seguimos caminando en silencio.
Fue una de las últimas veces que la vi. Por qué. No lo sé. Uno toma decisiones y esas decisiones te alejan y te acercan a las personas. Tal vez porque tú habías pensado que no significabas nada en su vida. Pero todo eso no viene al caso, además suena a reproche y esto, a las claras, no lo es. Y un día hablando con Aurora, una amiga menor que era a su vez amiga de la hermana menor de María, te enteraste de que para ella habías sido algo especial. ¿Un novio? No lo sé, no recuerdo las palabras exactas. Ternura, es lo único que se me ocurre ahora.
No he vuelto a saber de ella. El otro día puse su nombre en el buscador de google y no encontré nada, como si la tierra se la hubiera tragado. Tal vez por eso escribo esta pequeña anécdota del beso provocado, tal vez para que sea verdad y exista. Para demostrarme que hay una línea del tiempo, que hubo un pasado más allá del presente, que habrá un futuro sin lugar a dudas. También para que este recuerdo abrigue mi corazón en estos días en los que parece que el frío hubiera llegado para quedarse siempre entre nosotros.
12 comentarios:
Como casi decia tu amigo Kundera, "la levedad del ser es insoportable". Es curioso, que algunas fugacidades, creidas olvidadas, a veces salen del rincon del recuerdo para volver a llamar a nuestras cabezas. Y no sé por que motivo, se hacen testarudas. Desfortunadamente tenemos a google que nos deja si resultados para hacer mas insoportable, si cabe esa levedad.
Un abrazo, bigardo
La memoria es caprichosa y cualquier estímulo pone en marcha un mecanismo que evoca recuerdos.
¡Ojalá que todos los recuerdos que evoques sean felices! Tus textos también me/nos hacen recordar situaciones de otros tiempos.
Un saludo, Antoñico.
Dyhego
Acabo de buscar en el diccionario el significado de bigardo, que no lo sabía yo y vienen dos acepciones:
A) persona perezosa y vaga
B) persona alta y corpulenta.
Yo no te visualizo ni como A ni como B.
Que el señor Churricos tenga la amabilidad de sacarnos del entuerto. Gracias.
Dyhego
Querido Diego, usted siempre con tanta curiosidad, pero recuerde que la curiosidad le costó la lengua al gato. Los churricos son unos amigos de la vieja escuela y eso de bigardo, a falta de que ellos digan lo contrario, tiene su historia, que Zújar no queda a la vuelta de la esquina y que cuando fuimos fuimos muchos, que aquel verano fue muy especial, que las piscinas hacen amigos... Y lo digo así para añadirle a usted más datos dispersos que no podrá entender, no sé, que me apetece. Besitos para todos/-as.
...verano, otoño, invierno, primavera,nuevo milenio,extraterrestres,bar azul... me gusta la red de redes. Corroboro tu post "Bigarduelo"
Qué intensidad de emociones... Foto de mi queridísimo Doisneau, nocheviejas imposibles, personas desaparecidas y quizá jmás encontradas de nuevo (en estos momentos me está pasando lo contrario gracias al feisbuk), la existencia impensable fuera de la red, fuera de google, los años que pasan y nos alejan de lo que alguna vez fuimos o quisimos ser. Y nada de arrepentimientos, si acaso una palabra, esa misma: ternura.
Oye, bigardillo, ¿no tendrás tú alguna foto de los extraterrestres de aquellas noche vieja? Dime que sí, que me hace ilusión.
Pues sí que tengo algo, pero no te creas que te lo voy a dar "virtualmente", eso se merece por lo menos, una estrella con su correspondiente marinera, o matrimonio, dependiendo del sitio en el que nos las tomemos. Tú eliges.
No puedo hacer otra cosa tras leer este post que comentarlo y decirte que muchas gracias por escribir tan bien. Todo lo que escribes a mi parecer está muy bien, pero si te soy sincero los dos post que mas me gustaron y los que traspasaron la pantalla del ordenador y llegaron a mi corazón fueron "La tarde más disparatada del mundo" y éste último, sin lugar a dudas precioso. Te digo gracias por escribir tan bien porque me ha agradado mucho este texto, y la verdad aunque parezca mentira me he sentido muy identificado con él, aunque no en esa misma situación exactamente pero sí en el mismo tema, todo lo que trate de ese tema me encanta, me apasiona, tambiém me hiela el corazón. Cada vez que lo leo pienso que ha sido una pena no haberlo descubierto antes, debido a que estaba muy liado con los exámenes y no he podido visitar tu blog, para poder decirte en persona lo que más o menos te estoy diciendo por aquí, pero bueno, es lo que tiene estar liado.
Y siempre te diré lo mismo y espero no cansarme nunca y que tú tampoco te canses, espero que sigas escribieno tan bien como lo haces(y con esas palabras tan bonitas cargadas de sentimiento).
Un Saludo.
Sergio Pastor.
Por cierto, no sabía que significaba argucia y lo busqué en el diccionario, gracias, ahora tengo una palabra más en mi vocabulario.
Muy bonita esta entrada don Antonio, gracias por su blog. Y a tí amigo Sergio, casi me alegro de que no conozcas esa palabra pues en ocasiones las argucias no son buenas (como las rondas de la canción).
Abrazote a todos.
Sergio, gracias.
Gracias de nuevo a todos, conocidos y desconocdios. Esta era una entrada especial de alguna manera, me alegra ver que os ha gustado. Pero seguimos...
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