miércoles, 1 de marzo de 2017

Ted Kooser, cuando menos es más en el coloquio de los perros

Acabo de publicar en la revista El coloquio de los perros una reseña sobre el autor norteamericano Ted Kooser. Aquí el enlace y el texto a continuación


Delicias y sombras
Ted Kooser.
Pre-textos, 2009.
Traducción de Hilario Barrero

Algo extraño pasa con Ted Kooser, algo que posiblemente pase con otros tantos autores, pero que no son Kooser y no son, por tanto, los autores de Delicias y sombras, el libro que editó pre-textos y que mereció el premio Pulitzer en 2005. Cómo puede ser que un autor del calado de Kooser haya pasado desapercibido para el panorama literario español, al menos,  popular, en la posible acepción de popular que pudiera tener en este contexto la palabra; además en una época que es tan proclive a la traducción y tradición de autores norteamericanos contemporáneos. Kooser es, obviamente, conocido, pero no ha tenido esa repercusión que poetas de menor calado y también menor recorrido sin embargo sí tienen. Es uno de esos casos en los que uno echa en falta cierto empeño para que ocupe un lugar que creo que le pertenece, especialmente por libros como Delicias y sombras, que además de los valores del propio libro cuenta en castellano con una acertada y respetuosa traducción de Hilario Barrero, un traductor que frecuenta con interés otros autores norteamericanos como Jane Kenyon, también publicada en Pre-textos, o una selección de poetas británicos y norteamericanos que arranca del siglo XVII con los poemas del párroco Robert Herrick, publicada por La isla de Silstolá bajo el título de Lengua de madera (Antología de poesía breve en inglés).


Al buscar información sobre Ted Kooser, por ejemplo, en internet uno apenas encuentra información en páginas de nuestro ámbito, especialmente en castellano, lo que no es tampoco un problema, pero sí una evidencia. Apenas un par de blogs recogen poemas en concreto de este libro o poemas de Kooser  en general, al menos en nuestra lengua. Kooser es de esos poetas que disfruta en vida de un reconocimiento que no siempre los poetas alcanzan. Poeta Laureado por la Biblioteca del Senado de 2004 a 2006, premio Pulitzer,  autor de libros como Valantines, ( que recoge una serie de poemas que el poeta fue escribiendo y enviando a un número, que finalmente se hizo inviable, de dos mil y pico lectoras, año tras año, por el día de San Valentín) que lo han hecho sobradamente popular en la cultura norteamericana, lo que junto a la imagen risueña, aparentemente carente de drama, de vida ordenada,  pueden ser detalles, según esta aventurada especulación, que lejos de ayudar a la difusión de su obra, la entorpecen en nuestro ámbito tan aficionado al tormento. 

Además Kooser es un poeta, otra vez, aparentemente sencillo, sin exceso de palabrería o de páginas innecesarias, con apenas una decena de títulos, cuando esa no parece ser la tendencia actual, con poetas que publicando en editoriales más o menos con presencia comercial acumulan ese número de libros apenas a los treinta años de edad. Delicias y sombras es un libro que se caracteriza por esa tendencia a poetizar la cotidianidad, sin complejos a la hora de detenerse en fechas o temáticas señaladas. El lector de Kooser se encontrará con poemas como Tatuaje, Madre, Un tarro de botones, Zenith, Compota de manzana, Padre... entre otros, que oscilan entre la anécdota contada con economía de medios, sin alardes formales y el golpe duro, certero a la emoción del lector, que es probable que asienta ante lo que lee con la certidumbre de haber tocado una verdad inevitable y no siempre deseable.


Pensando en Kooser y en Delicias y sombras, y después de una conversación informal y breve con su traductor, Hilario Barrero, me quedo enganchado a una idea, que, por otro lado, también tiene que ver conmigo y con mi relación con los libros.  Quizás, me digo o me pregunto o ambas cosas a la vez, que los libros necesitan esa visibilidad significada para encontrar a sus lectores. Es probable que Kooser, al igual que tantos poetas, haya necesitado de esa oportunidad de llegar al público para encontrarse con él, para tener una oportunidad dentro de un panorama donde se repiten a veces ciertos nombres no siempre de una forma merecida. Lean a Kooser, porque él sí merece la pena, porque merece esa oportunidad de gustarnos. Lean a Kooser porque es un poeta que, precisamente por ese papel que ocupa de poeta semi oculto, les resultará, como me ha sucedido a mí, un descubrimiento que nadie ya podrá quitarnos.   

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