Hace muchos años, a finales de 1997, antes de editarse el libro El otoño encarnado de Ives de la Roca, un grupo de amigos asistimos a la cafetería La puerta falsa de Murcia para leer los poemas del autor hispano-francés que había excusado su ausencia por una enfermedad. Nadie sospechó lo que había detrás. Así empezó a vivir Ives de la Roca. Poco a poco tomó cuerpo como esas mentiras que a fuerza de repetirse se vuelven verdad.
La calle
Miro desde mi casa de Lubéron
El mercado, la gente gris
Con metáforas en la voz:
Jengibre, mirra, muérdago.
La alegría parece un juego fértil
Para este otoño de la edad.
Filemón y Baucis
Es lúdico que te ame,
Que en este piso la estrechez
Haga el roce.
Que yo no vea tu sepelio,
Que tú el mío tampoco,
Hemos convenido.
Es lúdico y amable
Que tú me ames,
Si acaso me amas.
Abres de par en par
Las puertas del balcón,
Y en esa claridad
Lees a Ovidio,
Das cobijo a los dioses.
Tal vez esté en su voluntad
2 comentarios:
Qué tiempos y qué jóvenes éramos todos entonces. Fue todo un espectáculo lleno de incógnitas entre un público masivo y despistado y además creo que hice yo esta la foto.
Usted lo ha hecho todo en mi vida.
Publicar un comentario