sábado, 13 de diciembre de 2008

Odi et amo o nunca nieva dos veces sobre el mismo cuerpo

Foto de David LaChapelle


Recuerdo que hace unos años nevó en Murcia. Sé cuantos años exactamente han pasado desde el curioso incidente de la nieve a media mañana, pero no me apetece decirlo, cosas de la edad, imagino. Nevó. Como caídas del cielo, las manos blancas de un ser querido me rodeaban con su calor. Nada podía ser tan perfecto como aquellas pequeñas constelaciones de nieve por la calle del Arenal. Copos geométricos, figuras imposibles de una arquitectura fugaz y etérea.

Quizás entonces debimos entender la lección, pero éramos tan ilusos, tan frágiles, como aquella nieve blanca que no llegó a cuajar, que al rato era sólo una mancha sucia, terrosa, un oscuro charco de barro que se colaba por las alcantarillas.

(Hoy no nieva. Hace rato que cierta alegría, que no cae del cielo, juega como una muchacha por las estancias cálidas de mi corazón. No sé el porqué, pero siento que es así y no me atormento.)

4 comentarios:

J.Antº Saura dijo...

Antonio las palabras son un instrumento en tus manos, para llegar al corazón de los lectores, hay que ver cuanto dices en estos pocos párrafos. Me ha calado muy hondo, tal vez porque los recuerdos me pueden, y tengo que decirlo... y esto de internet te lo pone fácil. Eres un crak, y un mago de las palabras. A veces no escribo me conformo con leerte, pero hoy me apetecía, porque estoy así de aquella manera que ni se sabe ni se puede describir...

Anónimo dijo...

Me gusta mucho todo lo que escribes, siempre me suele dejar pensativo o extraido del mundo.
He dicho, voy a comentar porque yo le tengo un apego especial a la nieve. Me encantaba siempre ver paisajes nevados (por supuesto no teniéndolos enfrente, sino en la tele o fotografías) y siempre en mi niñez deseaba todos los inviernos que nevara, era mi deseo de navidad. Hasta que hace unos años nevó...y nose por qué, pero me decepcionó no era tan perfecto como había soñado ¿no era la nieve algodón en vez de eso tan frío que te mojaba y que cogía tonos tan marrones?
Todos nos decepcionamos pero sin embargo seguimos ilusionándonos demasiado...

Jean-Jacques
;)

churricos dijo...

El calor de las manos de ese ser querido, nunca pueden ser fragilidad. Ese momento se cuajó, no como la nieve que se escapó por la alcantarilla, convertida en barro, si no como la muchachita que juega en las estancias calidas de tu corazón.
Muy hermoso.

Antonio Aguilar dijo...

Gracias José Antonio, ay, Jean Jacques. Veis, no se puede tener todo en esta vida. Para tener a José Antonio de compañero, he tenido que dejar de tener como alumno-amigo a Juandi. Como la nieve, que no puede ser tan pura y no ensuciarse. Cómo os echo de menos a la liga de los hombres libro.

Churricos, hay manos que siempre serán hermosas, pese a todo.