jueves, 2 de diciembre de 2010

Oficio de domingo


Esta mañana, tan de invierno encendido en la espesura del otoño, es fácil sentir el movimiento triste de los domingos, el haz de unas hojas en la ropa tendida, los zapatos limpios debajo de la cama, el búcaro con crisantemos.

Está sentada frente al televisor, repite en voz baja las letanía que se sabe de memoria, con el cuerpo de Cristo consustanciado en rebanada de pan, en leche tibia, en café soluble.

Tal vez su corazón guarde algún secreto, pero la luz de esta mañana lo ha olvidado.

7 comentarios:

Torcuato dijo...

El cuerpo de Cristo hecho tostada.
Me he imaginado a Ángel Cristo tostado al sol.
No, en serio. Me gustó mucho.
Un abrazo, Antonio.

Dyhego dijo...

Antoñico:
¡Cuánto tiempo, perrete!
Los desayunos dominicales son inenarrables -excepto para tí, claro está.
Salu2, perrete.

Álvaro dijo...

Feliz de volver a leerte, sobre todo atrapando lo hermoso que tiene la cotidianeidad. Un fuerte abrazo

Lotta Manguetti dijo...

Me encanta leer algo en español y más leer lo que tú presentas en esta pagina.

Salu2 (lo aprendí ahora aquí)

con una sonrisa :-)))

yo

Tomás dijo...

Muy bonito, Antonio. Me lo imagino todo con una fuerte luz mañanera de Sol de invierno. De ese que, al mirar por la ventana, parece que hace un día genial para pasear. Pero al salir a la calle, quedas casi petrificado por el frío. Jajaja.

PD: Me alegro de que no abandones esto totalmente.

¡Un abrazo!

Zabioloco dijo...

buen blog, lo leìa mientras disfrutaba de un puro en ayunas.

saludos

Anónimo dijo...

Lejos o cerca tuya, en un piso, un pelirrojo y una morena se acuerdan de ti con el café de la tarde.
¡Recuerdos!