jueves, 21 de julio de 2011

Historia de un meñique


Al ver la foto de la entrada anterior he visto algo extraño. Coño, me he dicho, si me falta un dedo, así que he dejado el ordenador sobre la mesa y me he mirado la mano, pero no la de la foto, sino la real, la de carne y hueso y efectivamente había un dedo de menos. Los he contado, recontado, a ver si las matemáticas solventaban lo que la realidad hacía evidente, y siempre obtenía el mismo resultado. Al principio me he puesto nervioso, pero al rato no sabía ya si estaba bien o si estaba mal. Cuáles serían las consecuencias de un dedo menos. De momento no era ni capaz de nombrarlo, nombrar el dedo ausente, el que me faltaba, lo que hasta cierto punto era razonable -porque para qué quiere uno un nombre para algo que no existe- y he repasado los nombres de los dedos con una letanía infantil de esas de el pulgar se fue a la escuela, etcétera. Y he tardado un rato porque era el último, el meñique, el más pequeño. Así que después he vuelto a leer el texto y joder, al principio no me había dado cuenta, pero al caer en la certeza de que me faltaba el meñique de la mano izquierda también me he dado cuenta de que al escribir igualmente me faltaban las aes, las cues, que me fallaban las mayúsculas, y entonces sí que me he azorado, porque he tenido que desplazar los dedos un espacio en el teclado para poder terminar esta frase de una forma más o menos solvente. Joder, mi dedo. Ya no me hacía tanta gracia, porque no sólo me había visto desposeído de mi dedo sino que también carecía de mi lenguaje tal y como hasta entonces lo había conocido. Y todo por encubrir mi barba, por tapar mi cara en una foto de nada, una boutade que ahora me había dejado huérfano de algo más que un dedo.

Pero al final se me ha ocurrido y lo he vuelto a hacer, he vuelto a fotografiarme, y esta vez me he asegurado de que todos los dedos aparecieran bien claros, no fuera que la ficción terminara por comerse a la realidad.

3 comentarios:

Unknown dijo...

No hay de que preocuparse.
Aún si sabemos que nuestro destino es desaparecer totalmente en cuerpo, si no es que hasta en recuerdo, ¿Qué caso tiene?

Misy-Neko dijo...

Tranquilo, a todos nos ha pasado... ¿Quién no ha perdido alguna vez la cabeza?

Álvaro dijo...

Una gozada esta lectura, un abrazo