Siempre he aceptado que las manos unen, que sirven para tocar. Es un pensamiento asumido, una herencia. El extrañamiento hace que las manos se desnuden, que las frases denoten una realidad de nuevo problemática: estás en sus (buenas/malas) manos, un mano a mano, a trasmano...
Concha Martínez Barreto, una de las mecenas de nuestro libro, nos muestra en su obra otras manos, las manos del consuelo propio, del sostenimiento. En lengua existe lo que llamamos oraciones reflexivas directas e indirectas. Unas manos reflexivas, pienso, las que se lavan a sí mismas, las que se protegen pero también las que nos hacen todo de una parte. Manos que sustentan nuestro cuerpo, que enjugan nuestras lágrimas.
Está en tus manos ser patrocinador de nuestro proyecto en verkami.
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