Todo empezó como una broma. De pronto quiso cambiar los hechos, dijo trece y añadió de abril. Lo siento, se excusó, ya hace más de un mes y fingió cierto rubor, como dando a entender que le abrumaba que alguien se acordara de su cumpleaños. Dos días después en el trabajo lo interrogó una compañera sobre el mismo asunto. Y volvió a hacerlo. No, que va, apostilló, mi cumpleaños es en septiembre, el catorce, no te preocupes y otra vez se ruborizó levemente.
Al abrir su correo electrónico esa semana tuvo que contestar a varios email. De una forma que ya iba siendo invariable comenzaba: lo siento, mi cumpleaños fue el dos de mayo, el siete de julio, el cuatro de abril.
Ahora pasa las páginas del calendario con angustia, intenta recordar la fecha, el día concreto en el que nació. Y no lo sabe. Está perdido. Entre todos los días del año, piensa, sólo necesita uno. Al preguntárselo a sus padres, éstos lo han dado por caso perdido. El otro día entre lágrimas su madre le dijo que lo sentía mucho, insinuó que nunca nadie le había hecho tanto daño y que si quería olvidar ese día era problema suyo, pero que ella no iba a entrar al trapo, que no iba a aceptar su juego, que allá él.
Así que ahora en desagravio ha decidido celebrar su santo y le resultaría fácil, piensa, si fuese capaz de recordar su nombre.
Al abrir su correo electrónico esa semana tuvo que contestar a varios email. De una forma que ya iba siendo invariable comenzaba: lo siento, mi cumpleaños fue el dos de mayo, el siete de julio, el cuatro de abril.
Ahora pasa las páginas del calendario con angustia, intenta recordar la fecha, el día concreto en el que nació. Y no lo sabe. Está perdido. Entre todos los días del año, piensa, sólo necesita uno. Al preguntárselo a sus padres, éstos lo han dado por caso perdido. El otro día entre lágrimas su madre le dijo que lo sentía mucho, insinuó que nunca nadie le había hecho tanto daño y que si quería olvidar ese día era problema suyo, pero que ella no iba a entrar al trapo, que no iba a aceptar su juego, que allá él.
Así que ahora en desagravio ha decidido celebrar su santo y le resultaría fácil, piensa, si fuese capaz de recordar su nombre.
2 comentarios:
ANTOÑICO:
Para la memoria, lo mejor es comer rabos de pasas.
Salu2
¡Ah!
FELIZ CUMPLEAÑOS.
-¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?(...)
-¡El Tiempo!-murmuró el Sombrerero en un susurro-. Precísamente de él se trata.
-¿De quién?- interrogó Alicia.
-Del Tiempo.
-¿No lo conoces?
-No.
-No dices la verdad-intervino la Liebre-.¿A qué hora entras en el colegio?
-A las nueve.
-Y ¿a qué hora sales?
-A las doce.
-Entonces, ¿no sabes quién es el Tiempo?
-Bueno yo creí que el tiempo era simplemente el tiempo... Nunca imaginé que...
-Pues el Tiempo se ha enfadado conmigo- murmuró el sombrerero casi en un sollozo.
-Cómo puede el tiempo haberse enfadado con usted?-insistió Alicia,atrapada de nuevo en el enredo de aquella conversación sin sentido.
(...)
Tengo una muñeca vestida de azul, con su camisita y su canesú.
(...)
-Buen.Pero ¿te interesa mi historia o la canción?
-Su historia, naturalmente.
-Pues prosigo.
Alicia se dispuso a escuchar.
-Decía usted que entonó la canción y...¿qué pasó...?
-Pero ¿es que no te has dado cuenta?
-¿De qué?
-De que desentono
-Bueno, la verdad es qeu no canta muy bien,pero tampoco lo hace tan mal.
-Pues la Reina no opinó lo mismo.
-¿No?
-No.Apenas empecé a atacar la segunda estrofa cuando se levantó del trono y gritó:"Desafina.¡Está masacrando el tiempo!¡Que le castiguen!"
-Es horrible- se estremeció Alicia.
-Y desde entonces- prosiguió el Sombrerero con aire mohíno-el Tiempo no ha querido nunca más hacer nada de lo que le pido. Y me ha dejado condenado,para siempre, en la hora de tomar el té.
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