lunes, 16 de enero de 2012

Greenaway en Málaga


Termino de leer Pan comido. Estoy en mi casa, en Murcia, empecé a leer el libro en Málaga junto al mercado de las Atarazanas. Yo me compré un libro de Rafael Pérez Estrada, Nuria me regaló éste de Isabel Bono publicado en Bartleby. Últimamente llevo muchos libros entre manos. Es una cuestión puramente de apetencia. Ian McEwan y su última novela, digo, tienen la culpa. Porque me aburrí infinitamente con ese científico de Solar que ve cómo su mujer le es infiel sistemáticamente y él sólo espera encontrar con quién devolvérsela ¿o lo consigue? No lo recuerdo, porque a eso de la página 100 más o menos lo dejé aparcado. Acababa de volver del polo norte y se había incorporado al centro donde, este premio Nobel, dedica todo su esfuerzo a la producción de una turbina de viento, que seguramente abandonará a favor de otras energías. ¿El sexo?, me pregunto.

Así que estoy terminando de leer Pan comido de Isabel Bono y sucede. Una de esas casualidades, de alguna manera como una de esas piezas de puzzle que colecciona Javier Moreno.

“Escribe tus iniciales en mi espalda con un pincel
como en aquella película de Greenaway
que nunca llegué (ahora) a entender.”

Hace un par de años me dio por ver películas de Greenaway. De unas disfruté más, de otras menos y de otras no sabría definir qué tipo de experiencia me proporcionaron. Sólo recuerdo que no dejé de acordarme de El vientre el arquitecto cuando estuve cenando en Roma enfrente del Panteón de Agripa, en la misma trattoría donde cena el protagonista con sus invitados. En fin, de Greenaway, entre otras cosas, me quedó una escena de The Pillow book, la del anciano que dibuja sobre la espalda desnuda de una joven oriental. La tengo como fondo de escritorio.

Ahora sólo falta que abra el correo y me encuentre un mensaje de Andrés García Cerdán, que hace unos años, bastantes ya, decía en un poema aquello de que Greenaway es un gilipollas.

1 comentario:

Dyhego dijo...

No opino, por falta de conocimiento pero te saludo igualmente.