viernes, 18 de mayo de 2018

Notas sobre mis Canciones para el día de después


Nota 1

Qué sucede el día de después, qué palabras nos guiarán, le darán forma a esa nueva realidad que como una cucharilla en un vaso de agua se quiebra por la inflexión de la luz sin dejar de formar parte de lo visible. Canciones para el día de después es una indagación poética en ese espacio. La música es consuelo y descubrimiento. La lírica tradicional, su sintaxis expresiva, se convierte en el medio idóneo para mostrar una geografía del desamparo, la intrahistoria de nosotros mismos, que busca conocerse, también con sus balbuceos, con esa incorrección del título “de después” que acentúa la dificultad de lo inefable. Canciones para el día de después es además una reflexión sobre la perspectiva que da el paso del tiempo y el consuelo finalmente de la expresión poética.


Nota 2

Necesitaba una voz para contar esta historia, que no es la historia en sí de una ruptura, sino la historia del día de después, cuando la vida da un quiebro inesperado a los acontecimientos y hay que reescribir incluso también el pasado. Necesitaba un punto desde el que cortar y me reencontré con Edward Hopper. Las canciones no solo comparten aspectos relacionados con el tema, como la soledad, el silencio, el individuo escindido, que también aparecen, aunque de otra manera, no excesivamente lejana en Raymond Carver, sino que comparten también aspectos técnicos importantes para la historia como esa sensación de viñeta, de story board, y los encuadres agresivos de la realidad.


Nota 3

Las canciones, al igual que las rimas, aluden a esa sencillez, también popular, de poetas como Bécquer, con el que se comparte esa sensación de fragmentarismo, poemas que dan la sensación de que lo que nos quiere decir son notas de un poema mayor que nunca se escribirá, aunque obviamente cada poema tiene entidad completa en sí mismo.

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