Presentación de Click
fnac de Murcia.
14/01/2008
Imaginemos por un momento que no existen los críticos literarios, que los suplementos culturales y las revistas del ramo han desaparecido, que Babelia es sólo un espacio imaginario, que ABCD son tan sólo las primeras letras de un alfabeto. Imaginemos que no existe Carlos Pardo, el autor del prólogo de este libro, que nunca escribió una línea Vicente Luis Mora, que su blog no tiene firmas digitales invitadas, que la revista Quimera no superó la crisis o que Fernández Mallo publicó su novela Nocilla dream y que no pasó nada, que a nadie se le ocurrió coger ese tema como nombre de una generación. Imaginemos también que nadie ha formulado nunca las etiquetas novela pop, o after-pop, la fantaciencia, que nadie habló de auto-ficción, de lógica, de filosofía o de crisis del sentido, que la narrativa mutante se aplica tan sólo a un tipo de libros que se transforman en pisapapeles después de leerlos.
Imaginemos un mundo donde está el libro y el lector, sin intermediarios, sin ruido. Ahí es donde me gusta sentarme a leer, en una butaca cómoda, con mi luz colocada a la izquierda para que las sombras queden fuera del libro, con el silencio justo. Leído así Click es otra cosa, algo diferente a lo que he visto estos días por los suplementos, culturales, críticas, todo tan aburrido y tan desconsiderado con los lectores.
Javier Moreno define muy bien en la página web de la editorial lo que es Click. Una vuelta de tuerca sobre la idea de Poe que afirmaba que el tema melancólico por excelencia era la muerte y que ésta era tanto más poética cuando más bello fuese el ser desaparecido. Así que busca un narrador que hubiese conocido a nueve mujeres bellas como musas, un narrador a punto de morir en el juego absurdo de la ruleta rusa y con él, si no las mujeres, al menos la memoria de ellas. Nueve mujeres, como Estella, Sónica, la jovencísima Vivianna, la rotunda Inga o Mymmi a cuatro patas, enseñando sus pechos.
Click es un relato, una ficción, donde el gusto por narrar aparece continuamente. Una novela con importantes innovaciones formales, como ha señalado ya puntualmente cierta crítica, pero también es una novela abierta, plural, que se nutre de muchos conceptos, espacios, lugares, ciencias, como la vida misma. Es el fruto de una naturaleza digestiva, como se define Javi Moreno, de una naturaleza que disfruta con la ironía, aunque nunca he confiado en las personas que hablan de sí mismas en tercera persona, como Quisque Serezádez, que nos embauca con el humor, con el juego inteligente, las referencias culturales precisas y deformadas para sus propósitos.
El placer de contar. No necesariamente de forma continua, de forma fragmentaria, con un leit motiv, ese click, que suena continuamente como el paso siguiente a amartillar un arma o disparar una cámara de fotos. No es una novela sin tema, como se ha dicho en algún medio, más bien es una novela lírica o como dice el autor, Click es una metáfora, una imagen. Una novela donde aparece lo científico, lo místico, lo pornográfico.
Quisque disfruta contando, como la propia Serezade, “He tenido una idea –dice-, !justo a tiempo! Imagínense que ahora aprieto el gatillo y que todo esto acaba así, de repente. Entonces ustedes no conocerían a las demás…”. Quisque se narra, como la Sherezade de Las mil y una noches, porque sabe que va a morir, para distraer a la muerte, para engañarla.
Contar para el lector, para ese lector que surge entre el fastidioso mar de las etiquetas y de los términos casi impronunciables de la crítica, una razón para escribir, el lector, mi prójimo, mi hermano. Finalmente contar hasta en el infierno, donde los relatos tienen que ser buenos ya que los vamos a escuchar toda una eternidad. Contar para el otro, y así lo ve el narrador de Click:
“Cuando estamos acompañados –dice- podemos charlar, contarle a esa otra persona nuestra historia, los pequeños detalles de los que se componen los días. Entonces nuestra vida cristaliza en la memoria bajo la forma de un relato donde nosotros somos los protagonistas. Cuando ese alguien nos falta, los acontecimientos se suceden sin un hilo que los mantenga unidos. La soledad convierte la experiencia en una masa indistinta, sin principio ni fin. Para el solitario las vivencias se acumulan en una contigüidad insoportable. Estoy solo. Ya lo saben. Además, tengo la impresión de que casi siempre lo he estado. Y sin embargo hay alguien, tiene que haber alguien a quien contarle esta historia. Alguien del otro lado. Mi salvación.”
1 comentario:
Si es que me dan ganas de ponerme el chándal y buscar una librería de guardia para comprarme el libro del que tan bien hablas.
No sé cuándo, pero lo leeré.
D.M.G.
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