Avestruces, todo el día veo avestruces. Esta mañana he girado la rueda de mi radio-despertador, como una brújula ha dado vueltas, ha recorrido en unos segundos geografías posibles e imposibles, dialectos que a través de las ondas eléctricas han rodeado el cuerpo de mujeres y hombres lejanos, pero en los que me reconocería a poco que mirara, cuerpos, bosques, bloques de edificios, también distintas lenguas a través de cámaras amplias, salones vacíos donde hacían eco, atmósferas, mataderos, museos, el páncreas de un funcionario que segregaba bilis al organismo; hasta que de pronto ha encontrado su norte y ha empezado a sonar una música distinta, algo que yo podía y sabía tararear.
La noticia del mundo era la luz de sol -a las siete de la mañana la luz del sol siempre es una bendición-, coches en una voraz carrera al trabajo, el bostezo de un perro con el dogal laso, como una gorguera señorial, olfateando alrededor de un tocón de madera, la lectura de dos páginas de la biografía de Emil Zápotek, qué tío, mientras me tomo el café, el dinero del autobús, el autobús, los pantalones cortos o largos, la comida, que si tu padre tal, que si tu hermano esto, que si lo mucho que te echo de menos, que si rozar con los dedos las paredes de ladrillos, la porosidad del mundo, los bordes que se quiebran.
Así que he pensado, a la mierda los especuladores, los bancos centrales, los políticos, todo eso de lo que hablan los informativos y las radios que no ponen música y los creadores de opinión. Mamma mía. Todos los que con la cabeza hundida en esa mierda, hocican, venden, compran, hablan, regatean, estafan, engañan y manipulan en mi nombre.
Entonces he girado también la rueda de la vida y por un momento otro mundo ha sido posible.
La noticia del mundo era la luz de sol -a las siete de la mañana la luz del sol siempre es una bendición-, coches en una voraz carrera al trabajo, el bostezo de un perro con el dogal laso, como una gorguera señorial, olfateando alrededor de un tocón de madera, la lectura de dos páginas de la biografía de Emil Zápotek, qué tío, mientras me tomo el café, el dinero del autobús, el autobús, los pantalones cortos o largos, la comida, que si tu padre tal, que si tu hermano esto, que si lo mucho que te echo de menos, que si rozar con los dedos las paredes de ladrillos, la porosidad del mundo, los bordes que se quiebran.
Así que he pensado, a la mierda los especuladores, los bancos centrales, los políticos, todo eso de lo que hablan los informativos y las radios que no ponen música y los creadores de opinión. Mamma mía. Todos los que con la cabeza hundida en esa mierda, hocican, venden, compran, hablan, regatean, estafan, engañan y manipulan en mi nombre.
Entonces he girado también la rueda de la vida y por un momento otro mundo ha sido posible.
1 comentario:
Si todo fuese tan fácil como girar la rula de la radio...
Salu2 rulantes
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