martes, 18 de octubre de 2011

Revistas


Mientras recoge la prensa deportiva lo ve. Siempre ha codiciado al recoger la prensa deportiva ojear, quién sabe si comprar, estas otras publicaciones, diferentes, menos masculinas, más de andar por casa, pero, también es verdad, nunca ha encontrado la oportunidad de hacerlo, de permitirse la debilidad de hacerlo. Black power, enfundado en una bolsa de plástico transparente junto a una revista de sexología está allí. España jugó bien anoche, pero black power en este instante es, como decirlo, más noticia. Porque black power es largo, es negro, es de látex y se vende por 5,95 junto con la revista. Cuando el quiosquero se queda mirándolo, con la mano extendida con las vueltas, él no sabe qué hacer, tiene miedo de decir black power, tenga usted, en vez de desearle los buenos días, muchas black power, piensa, mientras el muchacho, ya en otros asuntos, le contesta con un de nada, que más bien es un exabrupto indefinido.

No sabe qué va a pasar a partir de ahora. Anda rápido. Ha envuelto a black power con la revista. Ha tirado la bolsa de plástico transparente, ha tirado el cartón. No atiende a nada. En el primer paso de peatones a punto está de ser atropellado. Repite cada uno de los tópicos de un perseguido, salvo que en este caso, y nadie se percata, no hay perseguidor.

Cuando llega a casa comprueba que la cama está aún sin hacer, que su esposa aún no ha vuelto. Siente un escalofrío. Le pone unas pilas que encuentra en el cajón de la cocina, pero, como no van, usa las del mando de la tele. Tira la revista, se desnuda y se mete en la cama. Está excitado. Es esto justo lo que su vida necesita, algo excitante en la vida de los dos, imprevisto, consolador. Y lo coloca debajo de su cabecera. Escondido. Es su regalo. Con el primer cuarto de hora se impacienta. No sabe qué pasa, el porqué de su ausencia tan largamente prolongada. Es extraño. Pero cuando cae sobre su excitación, como una losa, la primera hora, empieza a comprenderlo. Empieza a comprender que las palabras de ella no eran en vano, que tal vez no vuelva, que el ruido de la maleta por el pasillo no era un farol.

Para el medio día ya se ha dormido. Cuando se despierta no puede evitar pensar en que todo es una mierda. Piensa que nada vale nada, que está sólo. Entonces estira el brazo y toca a black power. Black power es negro, es grande y está allí. Y entonces sonríe.

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