viernes, 30 de enero de 2009

Soñar con pájaros

Foto de Sol Mateo

Esta mañana he abierto de par en par las ventanas de mi habitación mientras hacía la cama. El mundo entraba a raudales, como un cauce incontrolable que se escapaba entre los dedos. Los coches con esa especie de lija, de rodamiento continuo sobre el asfalto y que si cierras los ojos recuerda al mar, los sonidos extrañamente metálicos de una obra cercana, las voces de algunas personas. Pero sobre todo entraba la algarabía de unos pájaros que revoloteaban entre los limoneros.

Vida, he pensado, esto es estar vivo. Y cuando estiraba las mantas, las aireaba para luego dejarlas caer sobre el colchón lentamente, intenté aprehender estos trinos, dejarlos ahí para la noche, como quien pone flores de jazmín debajo de la cabecera.

Tengo un amigo que dice que cada tres años uno se pone de moda, que no sabe por qué, pero que lo tiene comprobado. Es un pensamiento, cuanto menos, falto de toda base científica y difícil de comprobar en todo caso. Pero él lo dice y también pienso que por algo será. Desde hace unos meses, y casi sin querer, no dejo de entrar y salir. Apenas tengo tiempo para estar en casa. Anoche me encontraba cansado. El miércoles llegué a casa más tarde que de costumbre, el jueves fue un día agotador -pero que todos los días sean iguales a éste, por lo menos iguales a su noche- y ayer, mientras estaba de fiesta con mis compañeros me di cuenta, pese a las risas escépticas de Encarni y Sonia, de que todas las canciones hablaban de mí. Tal vez será que esté de moda, que este sea mi año (algo efusivo, me digo, este pensamiento.) Lo que sí sé es que de pronto en mitad de una canción, mientras bailaba, cerré los ojos y me vi con mi bicicleta paseando por el campo entre la retama seca y bajo la luz del sol de los veranos. Era un día cálido. El viento me abría la camisa y los trinos de estos pájaros, los pájaros de esta mañana, me llevaban en volandas.

Ahora los tengo ahí guardados, el ajetreo de los pájaros, su trino, su algarabía, entre las sábanas. Y seguro que esta noche me llevarán a donde siempre he querido ir.

4 comentarios:

María dijo...

Bonitas reflexiones. Soñar e imaginar es hermoso, nos hace vivir, sentir y pensar que todo puede ser cierto y valido.
Y lo más bonito; es que somos libres de soñar despiertos.

churricos dijo...

Es bueno valorar las cosas buenas.
Son, en gran numero, muchas mas que las malas, aunque, como sabes, las malas se enquistan como las piedras, mientras que las buenas, germinan, y florecen como las flores en primavera.
Su aroma de felicidad en el instante en que lo aspiramos, para mí, es una de las mejores esencias de la vida.
Guarda ese perfume de efusividad, y sácalo de su tarrito cuando te haga falta.

Un abrazo Bigardo.

Anónimo dijo...

Es todo muy bonito, pero la premisa de la que parte es totalmente falsa. No me refiero a esa teoría de estar de moda una vez cada tres años, sino al verdardero origen de la entrada: ahí está la gran mentira: ¿de verdad alguien se va a creer que te haces la cama por las mañanas?, ¿que sacudes las sábanas?, ¿que hay pájaros en Murcia?

Antonio Aguilar dijo...

Querido Diego, en parte es verdad lo que dice, pero como igual que toda verdad implica una mentira, su afirmación es cierta sólo en parte. Recuerde que para hacer la cama hay antes que deshacerla y eso se me da de maravilla y a veces incluso solo(vamos, siempre).