domingo, 2 de septiembre de 2012

Hombres en la luna


Me hice seguidor de los REM justo el mismo día en el que rechacé unas invitaciones para ir a uno de los pocos conciertos que daban aquel año. Lo hice por despecho. La chica con la que salía no se lo merecía, así que nos quedamos en casa, en alguna casa, es un decir, a punto de ir al concierto de los REM pero sin ir. Aquello fue el tormento del verano. Todos los días me lo recordaba, me decía que habíamos estado a punto de ir al concierto, pero que no habíamos ido. A mí todo aquello me parecía una obviedad que no me molesté ni en contestar. 

Tarareaba man on the moon, para mí y, aunque parezca increíble, la frecuencia de mi silbido o de mi balbuceo, según la ocasión, anulaba su vocecilla insoportable. Siempre me ha quedado la duda de si ya me engañaba y de si de ser así también atormentaba a su querido con la misma cantilena –esa sería su penitencia- y si él hacía lo mismo. Posiblemente encontraría su propia canción, aunque uno no podía recurrir a temas melifluos y de poca entidad, porque su voz era insoportable puesta en el modo de reproche, in-so-por-ta-ble. 

Así que por mi parte fui probando con otros temas. A veces todavía creo oír su voz por debajo de alguna canción y entonces comprendo el bien que me hice al declinar aquella invitación. Es casi imperceptible, durante unas décimas de segundo, entonces intento obviarla y como el que no quiere la cosa subo el volumen.

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