No todo han de ser desventajas. Cuando has conseguido levantarte, a tu pesar, encuentras que la pantalla de tu móvil vibra de gozo. Tienes un whatsapp. En realidad tienes cincuenta o cincuenta y siete. Todos bienintencionados. Todos de amigos. Pero tú en realidad quieres seguir durmiendo o viviendo en voz baja, como en verano, donde un paréntesis enorme no terminara nunca de cerrarse.
A mí me gustan los whatsapp porque me dejan vivir, dicho sea de paso, como la bandeja del correo electrónico, donde aguardan aletargados todos los mensajes, todas las ofertas que no has atendido y que en consecuencia te has perdido nada solícito, durante casi un mes. Así no hay manera de medrar sin ese fin de semana en un resort con cata de vinos o ese habitación de hotel a sesenta kilómetros de La Castellana. Tienes dos llamadas perdidas, un mensaje en tu ordenador para que con cierta urgencia atiendas al protocolo de seguridad, un requerimiento de actualización de tu software.
Así que puestos a luchar con las máquinas haces lo que has aprendido de ellas y como todo no van a ser desventajas te quedas colgado, al lado de tu nombre pones "Este programa no responde", añades "podría no estar funcionando correctamente". Y ese es tu estado: el de la buena venturanza del que anda consigo mismo y finge que aún queda verano.
Dedicado a mis amigos del chat "Los de las cervezas"
1 comentario:
Antonio:
Guasa, guasa, mucha guasa guasa...
Salu2.
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